La enfermera legionaria Rosario Vázquez

David López-Villalta Lozano, Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos del Estado Centro de Historia y Cultura Militar. Archivo Intermedio Militar de Ceuta

La enfermera legionaria Rosario Vázquez

Hace un tiempo realizando los trabajos propios del inventario topográfico del Archivo Intermedio Militar de Ceuta (AIM), hallé en el depósito del Acuartelamiento González-Tablas, entre los innumerables tesoros del enorme fondo de la II Bandera de La Legión, una carpeta referente a Rosario Vázquez Fernández, la mítica enfermera legionaria. A diferencia de los legionarios, en el AIM de Ceuta no se conserva su hoja de filiación, quizás porque nunca la tuvo; sino un expediente personal de baja o “expedientillo”, que consta de 54 documentos que van de 1946 hasta 1962, y se refieren al desarrollo de la famosa derrama que la Legión le concedió en su vejez. Fundamentalmente son cartas de Rosario mecanografiadas o escritas a mano, casi siempre de distinta letra y rúbrica; y, por otra parte, se conservan oficios y comunicaciones de la Legión desde Dar Riffien.

Reconstruir la vida de Rosario Vázquez no es nada fácil. Al faltar su hoja de servicios, desconocemos por completo de datos personales básicos como su fecha y lugar de nacimiento, así como tampoco podemos recapitular con gran nivel de detalle las vicisitudes militares concretas y las condecoraciones de las tres campañas en las que participó. A causa de esta escasez de fuentes documentales, apenas se han escrito reseñas y artículos sobre Rosario, resultando tremendamente complejo contrastar su vida con el correspondiente soporte documental que lo acredite. Lo cierto es que Rosario ha pervivido en el recuerdo a través de la tradición legionaria, la historia oral y un par de fotografías.

Ingresó en la Legión en 1922 y siguió a la II Bandera durante la Guerra del Protectorado. Era enfermera de plantilla con derecho al uso del uniforme militar, la primera mujer en el Tercio autorizada a llevar la camisa y prenda de cabeza, así como al rancho y haberes. De este modo, siguió el itinerario de la segunda bandera durante muchas de las operaciones que permitieron la recuperación del territorio perdido tras el Desastre de Annual, el repliegue a la línea Estella en 1924, y las operaciones que siguieron al Desembarco de Alhucemas en 1925 hasta la victoria final en 1927. Una reconstrucción exacta de dicho itinerario se puede llevar a cabo por medio de los diarios de operaciones existentes.

Según un artículo de Alicia María de los Reyes García Fernández y María Victoria Santos de Martín Pinillos publicado en la revista Tierra, Mar y Aire, en la posición de Rogar-Gozan en T’Zenin sufrió un cerco de varios días en los que resultó herida y se negó a ser evacuada, siendo propuesta para la Medalla Militar Individual.

En otra ocasión en la ribera del río Martín, concretamente en Los Cañaverales, donde se había instalado un puesto de socorro, Rosario se topó a escasa distancia con una fuerza enemiga infiltrada en la retaguardia vistiendo uniformes de Regulares y dispuesta a asaltar la posición española, por lo que dio la voz de alerta, permitiendo a los legionarios reaccionar a tiempo y desbaratar la acción. Por ello se le recompensó con una Cruz al Mérito Militar con Distintivo Blanco, que se concedía «por méritos, trabajos, acciones, hechos o servicios distinguidos, que se efectúen durante la prestación de las misiones o servicios que ordinaria o extraordinariamente sean encomendados a las Fuerzas Armadas o que estén relacionados con la Defensa».

En el sector de Mexerat organizó un hospital de campaña donde se cree que atendió a más de doscientos heridos, actuación que le valió otra Cruz al Mérito Militar con Distintivo Blanco.

Se le otorgó la Cruz al Mérito Militar con Distintivo Rojo por Orden de 31 de Mayo de 1926, publicada en el Diario Oficial del Ministerio de Guerra, nº 120, «por acompañar como enfermera a la II Bandera en cuantos hechos de armas intervino desde el 1 de septiembre de 1924 hasta el 31 de octubre de 1925». Según relata el General Dávila en su blog, «la condecoración le fue impuesta con toda formalidad en Targuist ante la 2ª Bandera formada, por el teniente coronel Ricardo Rada Peral». La Cruz al Mérito Militar con Distintivo Rojo se concedía «a aquellas personas que, con valor, hayan realizado acciones, hechos o servicios eficaces en el transcurso de un conflicto armado o de operaciones militares que impliquen o puedan implicar el uso de fuerza armada, y que conlleven unas dotes militares o de mando significativas». El Libro de Efemérides de la Legión reseñó la vicisitud. A raíz de esta medalla, las Damas Auxiliares de Sanidad Militar la recuerdan como la primera enfermera condecorada en su historia, 15 años antes de la propia creación de dicho cuerpo en 1941.

Con el fin de la Guerra del Protectorado, como si de un Guadiana se tratara, desaparecen las noticias sobre Rosario. Gracias a la nueva documentación, sabemos que residió establemente en el Protectorado desde 1929.

En 1934 participó en la Campaña de Asturias, antesala de la Guerra Civil. En una foto que fue conservada por la Hermandad de Legionarios se le observa desfilando con la VI Bandera por Oviedo el 12 de octubre de 1934, justo tras su toma. La foto ha sido reproducida, tanto por Gustavo Morales y Luis Enrique Togores en su libro Cien años de la Legión española. Las fotografías de su historia; como por el magnífico catálogo de la exposición organizada por el Museo del Ejército 100 años de la Legión, editado por el Ministerio de Defensa. Pocos días después de la fecha de la foto resultaría herida de gravedad en la ocupación de la fábrica de armas. Al final de la campaña recibió una Segunda Cruz de Plata al Mérito Militar con Distintivo Rojo.

En la Guerra Civil parece ser que participó en los frentes de Badajoz, Griñón, Ciempozuelos, Brunete, Pingarrón y el frente del Ebro. Al finalizar la guerra se le impuso la Medalla de Sufrimientos por la Patria, no sabemos en qué categoría concreta, probablemente en la de “herido por el fuego enemigo”, dado que las heridas contraídas a lo largo del tiempo dificultaron la vejez de Rosario.

Al acabar la guerra debió volver a Dar Riffien. El rastro reaparece en 1943 con el origen de la derrama con que La Legión le dispensó. Esta historia de autor anónimo tiene su fuente en el Archivo de la Brigada de la Legión, publicitada con motivo de la exposición itinerante 100 años de la Legión en imágenes y que tuvimos la suerte de disfrutar en Ceuta. Allí se dedicó un panel con la primera fotografía de Rosario aquí reproducida, señalando que:

«A finales de 1943 (…) se encontraba enferma debido a las secuelas de dos heridas recibidas en acto de servicio. La veterana sanitaria se hallaba en una precaria situación económica, por lo que habría solicitado una pensión por los servicios prestados. Sus aspiraciones no fueron tenidas en cuenta y pidió auxilio a “su” Legión. Siendo el General Pallás Serra subinspector de La Legión, recordó como en la Guardia Civil existía una derrama para ayudar a las familias de sus fallecidos en tan doloroso trance. Siguiendo el ejemplo decidió implantarla en La Legión, una iniciativa que se mantiene aún hoy en día».

Aquí es donde entra y resulta de enorme interés la documentación conservada en el Archivo Intermedio Militar de Ceuta. Entre estos nuevos documentos, el más antiguo hace referencia a que el 23 de octubre de 1946 Rosario solicitó mediante declaración jurada que se le señalara una pensión por el Estado, a lo que respondió el Tercio con un oficio tres días después. Se reconocía que:

«En estas oficinas no existe documentación alguna de la interesada, por lo que no es posible informar sobre los servicios prestados por la misma. En el Archivo y en el departamento de personal ajeno al Cuerpo, existe un expedientillo de la citada enfermera, en el que no hay datos sobre su actuación y sí solo cuatro o cinco antecedentes relativos a una designación de pesetas 300´00 mensuales que por acuerdo de los Jefes de los tres Tercios, le fue señalada para abonársela a prorrateo, entre los mismos, a razón de 100´00 pesetas cada uno, y que pagaba el Tercio “Duque de Alba” 2º de La Legión, a la interesada, al pie de Caja, desde el mes de diciembre de 1943».

En 1946 vivía en Tetuán, lugar donde fijó su residencia. Concretamente vivió en el número 8 de la plaza de España, trasladándose posteriormente al número 21 de la calle Florida. Las secuelas de sus heridas resultarán determinantes, así a finales de 1946 solicitó un pasaporte a Madrid para ser sometida a una operación quirúrgica por un pólipo en la cuerda vocal izquierda, permaneciendo ingresada en el Hospital de Carabanchel.

Entre marzo y junio de 1948 fue sometida a un nuevo ingreso en el Hospital Militar Gómez Ulla de Tetuán, sufragando el Tercio Duque de Alba buena parte de los gastos generados. El comandante Triguero fue su médico personal en Tetuán durante muchos años.

Archivo Intermedio Militar de Ceuta.

 

Archivo Intermedio Militar de Ceuta.

Los coroneles del Tercio velaron siempre y de forma constante por ella, y así en agosto de 1951 se le aumentó la pensión a 600 pesetas, sufragando a partir de entonces los cuatro Tercios 150 pesetas cada uno. Sin embargo y a pesar de este aumento, las dificultades económicas de Rosario eran evidentes ante la necesidad de sufragar sus tratamientos por la dilatación de la aorta y problemas en un riñón que motivaron más hospitalizaciones, por lo que solicita varias veces anticipos a la Legión. Su situación llegó a ser en algún momento muy apurada. El alojamiento, la manutención y los gastos farmacéuticos consumían sus recursos económicos, e incluso en alguna ocasión temió verse desahuciada.

El 18 de diciembre de 1954 remite una carta desde Tánger, en la que ella misma se describe como “enfermera legionaria”. Se trasladó a la pensión Oviedo que estaba en el número 14 de la calle Romana, porque allí existía un médico especialista en su enfermedad.

En 1959 recibe un nuevo aumento de 25 pesetas en su prestación para hacer frente a la carestía de la vida. El 1 de febrero de 1962 es la fecha de su última carta, siempre respetuosa y conocedora de las formas de cortesía de la época. Tristemente, lo mismo que no sabemos la fecha de su nacimiento, tampoco conocemos la fecha exacta de su muerte; lo cual dificulta la localización de su tumba.

Un hecho que llama la atención es el de su firma. Entre las cartas que escribía a mano nunca se repite la caligrafía. Es probable que alguien escribiese las cartas por ella al no estar dotada de una buena letra. De este modo las firmas van variando constantemente, aunque se repiten algunas con una letra más tosca, y de la cual reproducimos una aquí y que con casi total seguridad sean de puño y letra de Rosario.

Esta breve aproximación, un pequeño homenaje a Rosario Vázquez en el Día Internacional de los Archivos 2022, pretende animar a los historiadores y escritores a indagar y ahondar en su figura. Rosario es un claro personaje para una novela histórica, mientras que nuevos aportes de los archivos militares abrirían la puerta a la creación de artículos de investigación o quizás una biografía definitiva. La Legión nunca olvidó ni olvidará a Rosario, pero por su carácter pionero y con todo merecimiento, Rosario también merece ser recordada desde el ámbito de la enfermería, y por resultar una clara precursora de la inserción de la mujer en el Ejército español, perteneciendo por derecho propio a un selecto grupo de mujeres legendarias, como Vicenta Blasco Rubio, Juana Miró o Rosetta Holdria, que acompañaron al Ejército en la Guerra del Protectorado como enfermeras, y que hace un siglo abrieron el camino a las mujeres de nuestras Fuerzas Armadas de hoy.

La enfermera legionaria Rosario Vázquez
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