Vientres de alquiler, una nueva forma de esclavitud

En el ‘Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud’ que se celebra el 2 de diciembre, la asociacion quiere impulsar un mayor compromiso de los poderes públicos para frenar la explotación. Sabemos que existen muchas formas de esclavitud, como la trata de personas, la explotación sexual, el matrimonio forzado, la explotación infantil, la explotación laboral, o el reclutamiento forzoso de niños y niñas para utilizarlos en conflictos armados, y parece ser que en vez de ir creando conciencia vamos afianzando unos modelos que no se asimilan a los valores que tienen que reinar en una sociedad democrática.

En su lucha por la igualdad, la creciente oleada en el uso del cuerpo de la mujer como reclamo sexual y objeto del mercado, con la nueva moda que se intenta imponer a la hora de vender los vientres de alquiler como una liberación y capacidad de decidir de la mujer, cuando de lo que estamos hablando es de una moderna forma de usar el cuerpo de la mujer. El deseo de ser padres o madres y el ejercicio de la libertad no implica ningún derecho a tener hijos.

Por ello, nos sumamos a la campaña hecha por filósofas y constitucionalistas españolas ‘No somos vasijas’ aprovechando este día y mostramos nuestro absoluto rechazo a la utilización de los vientres de las mujeres con fines de gestación porque abogamos por el derecho a decidir de las mujeres en materia de derechos sexuales y reproductivos. La elección va acompañada de la capacidad de alterar, modificar o variar el objeto de nuestras preferencias. La maternidad subrogada no solo impide a las mujeres la capacidad de elección, sino que además contempla medidas punitivas si se alteran las condiciones del contrato.

La llamada maternidad subrogada se inscribe en el tipo de prácticas que implican el control sexual de las mujeres, junto con  los matrimonios concertados o la compra por dote, que son las tí­picas formas en que se ejerce el control sexual de las mujeres en las sociedades modernas. Aquí también está la prohibición del aborto y la regulación de la prostitución. Alquilar el vientre de una mujer no se puede catalogar  como técnica de reproducción humana asistida. Las mujeres no son máquinas reproductoras que fabrican hijos en interés de criadores, siendo esto un evidente ejemplo de violencia obstétrica extrema.


El altruismo y generosidad de unas pocas, no evita  la mercantilización, el tráfico y las granjas de mujeres comprándose embarazos. Ningún tipo de regulación puede garantizar que no habrá dinero o sobornos implicados en el proceso. Ninguna legalización puede controlar la presión ejercida sobre la mujer gestante y la distinta relación de poder entre compradores y mujeres alquiladas. Además, no aceptamos la lógica neoliberal que quiere introducir en el mercado a los vientres de alquiler, ya que se sirve de la desigualdad estructural de las mujeres para convertir esta práctica en nicho de negocio que expone a las mujeres al tráfico reproductivo patriarcal. El derecho a la integridad del cuerpo no puede quedar sujeto a ningún tipo de contrato

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