Radicalismo de guante blanco

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La obsesión de los representantes municipales de Vox, por recuperar los dos escaños perdidos en la corporación, su deseo de sumar más peso en la pintoresca y asimétrica coalición que mantienen con el Gobierno Vivas, les ha llevado a votar en las últimas juntas de las sociedades municipales, el caso de Procesa, con el valor de seis votos, seis escaños que ya no tienen en sus manos.

Esta obsesión tiene dos raíces. Por un lado, la esperanza de recuperar los escaños perdidos por renuncia mía y de mi compañera de escaño. Es una mera fantasía que suponemos que ha calado también en el ejecutivo de Vivas, por otra parte, también necesitado de reforzar su exigua mayoría en la Asamblea.

Sentimos decepcionar a unos y a otros, no se van a abandonar ninguna de las dos actas. Primero porque son legítimas y segundo porque cuantas menos fuerzas tenga el radicalismo, más o menos de guante blanco, y de la inclinación ideológica que sea, en el sistema democrático español, más nos alegraremos todos a la larga. Créanme. Sé de qué les hablo.

Otra de las cuestiones, ésta mucho más real, es el empobrecimiento acelerado de las políticas de Vox en la asamblea, mera muleta del Gobierno Vivas.

Se le aprobaron desde los presupuestos, a coste cero, con la ridícula coartada de la “purga socialista” y la supuesta eliminación de chiringuitos de izquierda

Lo que se ocultaba era una rendición incondicional al equipo de Juan Vivas, o sin apenas condiciones, eso sí, solventándole los problemas laborales a uno de los diputados de la formación ultra.

Las políticas liberales de Vox, quedaron ya atrás.

Hoy Vox apoya todas las políticas económicas del Gobierno Vivas, sin parecerle en ningún momento una sobrecarga de gastos para la Administración y por ende para el contribuyente. En fin, están colaborando en endeudarnos más a todos.

Se ha aprovechado la excepcionalidad de la pandemia para aprobar gastos, que nada tenían que ver con aliviar a trabajadores y empresas.

Los gastos del Puerta de África, un plan urbanístico encubierto para una zona tan sensible como el Hacho, y algunas ayudas de Procesa con pinta de ser muy poco equilibradas, son algunas de las medidas económicas camufladas aprovechando “el río revuelto” de la trágica crisis.

Amén del plan de ayudas de la pandemia, que aprobamos a la bulla y que tienen toda la pinta de poner más dinero en el bolsillo al que apenas ha levantado la persiana o encendido el ordenador en los últimos meses que a los damnificados reales por el Covid.

Pasaron también los días de la “derechita cobarde”, de “Vivas traidor” y de hacer responsable de todas las desgracias de Ceuta al presidente de la Ciudad. Ahora el seguidismo roza lo ridículo.

Pasó también pasó época de las soluciones fáciles a los problemas fronterizos, de vez en cuando lo seguimos oyendo esta vez a escala nacional. Pero el discurso es igual de pobre y demagógico.

Pasaron también los días del acoso y las críticas acérrimas a las empresas municipales, sustituido por un continuo sí a todo. Las declaraciones denigrantes contra los candidatos a la presidencia de dichas sociedades, para, a la luz del acuerdo, olvidarse de las descalificaciones y firmar todo lo que se les pone por delante.

Este es el resultado final del cúmulo de despropósitos políticos e ideológicos de un partido que ha ido girando hacia posiciones radicalizadas y cuyos modos políticos están vacíos y se basan en la persecución al contrario y al disidente. Imagínense si consiguieran más poder.

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