¡Sres. Políticos: Reéduquense!

Carla Toscano del Grupo Parlamentario Vox

Al Congreso de los Diputados se le llama en español “Parlamento”. Parlamentar significa según el DREAE:

1.-Discutir sobre un asunto o sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo o de encontrar una solución

2.- Hablar o conversar [una persona] con otra de forma oficiosa.

De ninguna manera, por tanto, es eso lo que se oye y se ve, últimamente con más frecuencia, en nuestro parlamento nacional, y también en los autonómicos. Lo que vemos y oímos son conversaciones tabernarias, discusiones de trazo grueso que destrozan la dignidad de aquella institución del Estado en la que los diputados prestan sus servicios a todos los españoles. El indigno espectáculo del que nos hacen partícipes se hace difícil de soportar y socaba inexorablemente la honorabilidad de las instituciones sí, pero sobre todo la de aquellos políticos que de esa forma se comportan.

Y es que las lamentables faltas al decoro, la educación, y la incapacidad para argumentar no es patrimonio de ninguna formación política. Todas tiene un ejemplo de declaraciones indignas en sede parlamentaria y fuera de ella, pero si hacen memoria verán que esta denigrante forma de “parlamentarismo” se empieza a extender en España a medida que surgen las corrientes políticas populistas extremas, tanto de izquierda como de derecha. Podemos y Vox se llevan la palma en este tipo de comportamientos y rápidamente son los primeros en salir a criticarlos en el otro haciendo patente aquello de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Ambas formaciones se utilizan mutuamente con este tipo de conductas que desafortunadamente parecen mover a su electorado.

Desgraciadamente hay ejemplos múltiples de uno y otro signo; y en ningún caso, en ninguno, el que se comporta de forma indigna es capaz de reconocerlo y pedir disculpas, eso que es lo mínimo para poder convivir no son capaces de hacerlos nuestros políticos, aquellos en los que depositamos nuestra confianza como instrumentos de nuestra convivencia. Pero no son conscientes de eso, o no quieren ver la tremenda contradicción que representan. No es solamente que sean indignos, es que con esa forma de comportarse muestran una profunda incapacidad para desempeñar la función para las que han sido elegidos, que no es otra que unir sus fuerzas para resolver los problemas de los españoles.

Los partidos políticos son la forma de articular la democracia, y por tanto los instrumentos para gobernarnos entre todos. Pero hoy por hoy la rivalidad entre los partidos políticos se ha instalado por encima de los intereses de los ciudadanos, de tal forma que lo importante ya no es tanto discutir las leyes como ridiculizar al adversario. Los partidos políticos se están convertido en un fin en sí mismos, olvidando que son, o deben ser, un instrumento democrático al servicio de la ciudadanía, de la sociedad en la que se mueven. La Constitución española dice en su artículo 6 que:

 “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley”.

¿Creen que este tipo de comportamiento responde a alguna de estas ideas?, ¿respetan la Constitución y las leyes? ¿Es una manifestación de la voluntad popular que se dediquen a insultarse en sede parlamentaria? Yo diría que no.

Curiosamente los trazos más gruesos de estas situaciones suelen tener un tufo profundamente machista: machistas fueron las declaraciones parlamentarias de una diputada de Vox, una mujer para más Inri, respecto a Irene Montero, y machistas fueron las declaraciones de Pablo Iglesias en el congreso sobre una diputada del PP, cuando aquel era diputado. Machistas también las declaraciones de un exconsejero del PP sobre una exdiputada del PSOE en el acto de un Pleno de la Asamblea de nuestra ciudad que aún retumba en mis oídos. Cuando esos comentarios machistas salen de boca de una mujer suenan doblemente machistas. Lastimosamente yo no le veo freno a esto, más bien todo lo contrario. Y no, eso no se arregla, Sra. Montero, con “más leyes feministas”, eso se arregla cambiando radicalmente la forma de hacer política y de comportarse, tanto en sede parlamentaria como fuera. Señores políticos, tengan la decencia de reconocer sus errores y sobre todo de distinguir la barra de un bar de la tribuna de una institución. Háganse un favor: ¡reedúquense!

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