Señor Aróstegui, lárguese y cierre la puerta de la Asamblea (y de su sede) al salir

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Ya matizaba Oscar Wilde que “los buenos modales, van antes que la moral”, y, cuando uno es, como es el funesto personaje objeto de mi artículo, subproducto del producto de un submundo cuyo “éter” lo configura el odio, grotesco y kafkiano, pero no por ello menos distópicamente destructivo, ambos son inexistentes. En este caso el subproducto sería el señor Aróstegui, el producto sería Caballas y la extrema izquierda cómplice y promotora del integrismo, y el submundo sería el marxismo cultural, burda distorsión de una ideología genocida y totalitaria ya de por sí como es el comunismo y el socialismo que tanto han hecho por abonar fosas comunes con disidentes. A menudo “pervertidos sexuales”, como llamaba el Che a los homosexuales a los que metía en el campo de concentración de Guanahacabibes bajo el letrero de “el trabajo os hará hombres”, y cuyos herederos llevan, hoy, camisetas con su cara.

Y es que, citando a Plutarco, y suscribiendo su cita, “el odio es una tendencia a aprovechar todas las ocasiones para perjudicar a los demás”, y si hacemos un seguimiento de su dilatada e ideológicamente voluble trayectoria política, este hecho constituye su alma mater. Y volviendo al inicio de mi escrito, al menos sería pasable que este personaje tuviera algo de moral, si al menos moral y modales fueran en su persona valores inversamente proporcionales. No es el caso. Son directamente proporcionales en su tendencia galopante a la baja. En su día, acusó a don Carlos Verdejo de que estaba “tocando los cojones” con sus declaraciones. En su ausencia, valga la redundancia, de cualquier ápice de educación o modales, hay varias cosas que a este personaje le tocan los cojones. Por suerte la hemeroteca nos ha enseñado que, de hecho, son muchas las cosas que se los tocan.

Al señor Aróstegui, le tocaban los cojones que, y cito textualmente, “más de 4.000 votos se aglutinan en torno a candidaturas MUSULMANAS, lo que supone un problema en sí mismo y la prueba de un fracaso”: ergo para él, musulmanes = problemas. Le tocaban los cojones también que “Este fenómeno se está fortaleciendo y es factor clave de CONTAMINACIÓN de la estructura política” ergo para él, musulmanes = contaminación. Y no parecía hacerle mucha gracia, porque otra cosa que le tocaban los cojones era que “Uno de los principales riesgos para la defensa española es la presión demográfica MUSULMANA de Ceuta” ergo para él, musulmán no solo es ajeno a español que es enemigo de lo español. Y cerraba con que es “una cesión de soberanía encubierta y consentida” ergo para él, musulmán es inherente a estar al servicio de Marruecos. Olé tus bemoles. Ni Franco. A lo mejor alguien debería enseñarle a este señor que la bandera de la patria, que representa nuestra constitución, lleva intrínseco el respeto a la libertad de culto y por lo tanto utilizar “español” y “musulmán” como antónimos es un error, ya que se puede ser ambas cosas, y seguramente con mucho mayor grado de patriotismo que el que este individuo ostenta.

Y es que su difusa trayectoria política, que puede parecer absurda por fluctuar en un marco argumentario tan extenso y dispar, guarda sin embargo un aspecto en común en todas esas fases: el chupar del bote. En definitiva, a este personaje le “tocaban los cojones” los musulmanes hasta que los musulmanes se convirtieron en su fuente de ingresos, lo que viró su relación de antagónica a morbosamente osmótica. Y es que Leonardo da Vinci (que hubiera dado con sus huesos en un campo de concentración cubano por homosexual), ya decía que aquel que más posee, más miedo tiene a perderlo. Y la felicidad es la ausencia de miedo, lo cual refuerza que su infeliz comportamiento (si damos fe a ese axioma), es el germen del odio que mueve a su avaricia. Y no dejaría de ser una afirmación consecuente con su ideología pseudocomunista, si volvemos a citar al Che cuando dice que “¡El odio es el elemento central de nuestra lucha! El odio tan violento que impulsa al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de matar violenta y de sangre fría. Nuestros soldados tienen que ser así”.

En definitiva, señor Aróstegui, es una alegría saber que usted ya no estará en la Asamblea haciendo gala de su nula educación y su prepotencia, aunque teniendo en cuenta su incipiente y maquiavélica avaricia es capaz de engañar de alguna manera al señor Alí para ser usted el que ocupe su escaño, bajo la excusa de que el señor Alí es un “presunto” corrupto y que su caso pinta bastante mal. Si no es así, háganos un favor a todos. Cierre la puerta al salir y dedíquese a difundir su palabra como hago yo en este escrito. Ya que estamos, también, cierre la puerta de su sede al salir, que por lo que veo si no es con dinero público no sois capaces de mantenerla. Y ahora nos culpan a nosotros. Fíjese usted, hemos contribuido ya recién llegados al cierre de un centro donde se difunde odio. Y por lo que veo con sus afiliados no dan para tener una sede. Difunda pues, su palabra sin chupar de ningún bote, que además tendrá la connivencia de los medios de comunicación para ello. Esos que están imbuidos de marxismo cultural, a pesar de que el Che, una vez más, dijera de ellos que “hay que acabar con todos los periódicos, Una revolución no se puede lograr con la libertad de prensa”.

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