El destino de las abuelas

Nos gustaría dedicar a las abuelas un reconocimiento a su labor silenciosa y plenamente asumida sobre el cuidado de los suyos a lo largo de la vida. Es una asunción con profundas raíces tradicionales, que la sociedad y especialmente las instituciones políticas aprovechan y utilizan para cargar sobre ellas esta responsabilidad.

Abuelas que madrugan, cocinan, limpian, cuidan y atienden los hogares de sus hijas e hijos, en compañía de sus nietas y nietos. Asumiendo el rol de madres, van pasando los días, los meses y sus últimos años de vida dedicados a la familia, sin pedir, sin reclamar y conformándose con lo que les ha tocado, con lo que les ha ofrecido el “Estado del bienestar” que les han prometido.

Se encuentran sin políticas sociales destinadas a paliar este tipo de injusticias, y que sutilmente cargan sobre las espaldas de ellas las responsabilidades del cuidado, manipulando la ideología tradicional de estas mujeres, utilizando el pasado y la obligación a la que se han visto sometidas desde una educación ancestral y que ahora, muchas han normalizado.

Estas abuelas, a veces se sienten culpables, si no ayudan a sus hijas e hijos en el cuidado de las nietas y nietos, si no aportan bienestar en el hogar de sus descendientes, se sienten perseguidas por las ataduras de la sociedad patriarcal, en el que algunas se han visto sometidas, hacia las obligaciones del cuidado y la atención, hacia el servicio eterno y sin descanso. Mientras tanto, la sociedad mira hacia otro lado, cuando en las puertas de colegios se acumulan “abuelas esclavas”, esperando la salida de estos menores, cuando en los parques se las ve dando la merienda a bebes en carros, cuando los llevan y recogen de las actividades extraescolares, cuando en el supermercado llevan compras mayoritariamente para infantes.  Estas abuelas cumplen, en toda regla, una jornada laboral, de casi 30 horas semanales. El problema es que, si estas mujeres lo hacen desde la obligación, porque ven desmoronarse el hogar de sus descendientes, ante la falta de políticas de conciliación, y la falta de armonía en la vida familiar y laboral, por las circunstancias económicas, laborales, entonces es ahí cuando estas mujeres de avanzada edad, se ven sometidas y pueden tener la percepción de estar atrapadas en el cuidado intensivo de sus nietos. No olvidemos que el cuidado de un o una menor requiere un sobreesfuerzo físico y esto puede suponer para una persona mayor, que además no disponga de la misma vitalidad; situaciones de estrés, ansiedad, nervios, insomnio y que derivan, posteriormente, en tratamientos farmacológicos.

Estas abuelas, que enseñaron a sus hijas e hijos a ser independientes, a valerse por sí mismos, a labrarse un futuro para no depender de nadie, ahora se ven atadas con las obligaciones de sus descendientes, porque a las instituciones y al sistema no les ha interesado construir políticas públicas, capaces de reconocer el descanso real que se merecen. Estas mujeres son merecedoras del máximo reconocimiento y respeto social, al haber servido a un país como cuidadoras del hogar, y muchas otras como contribuyentes del sistema, trabajando fuera de sus casas, en distintas actividades laborales y asumiendo las obligaciones del domicilio.

Cabe destacar que hay países como Hungría o Alemania, que tienen establecidas modificaciones fiscales para los abuelos que cuidan de sus nietas y nietos. ¿Se podría plantear algo así en España?  Esto nos hace ver necesariamente obligatorio, que se establezcan vías, medidas de carácter social, laboral para que las abuelas tengan una vejez digna y libre de ataduras. Quizás, esta sea la evidencia clara, de la sociedad tan desigual en la que nos encontramos, y de las barreras que obstaculizan el desarrollo social, personal, laboral y económico de la mujer. Esto nos hace ver que el patriarcado aun sigue latente en nuestro día a día, enmascarado en un sistema que, aparentemente parece renovado, pero que sigue oprimiendo al sexo femenino sin establecer los mecanismos, que promuevan una igualdad efectiva y real.

No podemos omitir, los galimatías familiares que padecen las madres, originados por el caos y el desbarajuste de los turnos escolares, basados en horarios lectivos de tres horas, entendemos que el objetivo es la retención y prevención de la COVID-19, y que forma parte de un protocolo de actuación muy minucioso por las administraciones educativas y sanitarias, pero ¿se han planteado éstas el desconcierto familiar que ocasiona, el no saber donde quedarán estos menores, mientras sus tutores trabajan?  No existe otra alternativa, que recurrir, como la mayoría de las veces, a las abuelas. Entendemos que es un recurso injusto y poco elegante, al que el sistema patriarcal suele recurrir en múltiples ocasiones. Por ello, consideramos importante reclamar un horario escolar que proteja y ampare a nuestras familias, que se establezcan alternativas, que palien esta grave problemática como, por ejemplo; zonas educativas, culturales, didácticas, de entretenimiento, etc. Que puedan aportar un refuerzo escolar a estos menores, y un apoyo durante la jornada laboral de sus progenitores, y que no pueden hacer frente a centros educativos privados, por su elevado coste.

La Plataforma Feminista de Ceuta anima a las instituciones públicas a que hagan un esfuerzo histórico, y liberen a este sector de la población de una carga que no les corresponde, estableciendo vías de escape para topo tipo de familias, sin dejar a un lado las más vulnerables y azotadas por esta pandemia mundial, que han podido ver agrietada su economía y no tienen otra alternativa que la de acudir a sus “mayores”.

 

Dolores Ibárruri-La Pasionaria

(1895-1989). histórica dirigente del Partido Comunista de España, fue diputada de la II República. Vicepresidenta de las Cortes en 1937. Unió la acción política con la lucha de los derechos de las mujeres. Fue presidenta de la Unión de Mujeres Antifascistas. Encarcelada en varias ocasiones. Tras finalizar la guerra Civil Española se exilió en URSS, regresó a España en 1977. Publicó sus memorias “El único camino”-1962.

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