COVID-19 ¿enfermedad o hay tantos intereses detrás como gotas en el mar?

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Pool Moncloa-Borja Puig de la Bellacasa

Reconozco mí cada vez mayor, si cabe, admiración por los profesionales de la información. Sintetizar en unos pocos párrafos situaciones complejas y de interés social es casi conseguir la transmutación de la materia. Intentaré una vez más  participar de este proceso de alquimia. “Esta es la verdad, lejana de cualquier velo de falsedad”.  De la Tabla de Esmeralda” texto breve atribuido Hermes Trismegisto.

Hablar sobre el Covid-19 es un tema suficientemente serio como para tratarlo con cualquier matiz que pueda contener algún viso de frivolidad. Dejaremos de lado un instrumento crítico tan notable como es la ironía. El asunto es de tal complejidad y extensión que da para mucho más que un artículo de opinión. De ahí el formato que doy a estas reflexiones. La interrogación argumentativa. En la mayoría de las ocasiones en la pregunta está la respuesta.  Pero es personal e insustituible aunque sí sujeta a debate entre personas, en la propia sociedad. No preguntaremos por el sentido de la vida, el universo y todo lo demás vaya ser que nos respondan ¡42! Gracias Douglas Adams por tu “Guía del autoestopista galáctico” y por hacernos entender que lo realmente importante es la pregunta definitiva.

Dicho de otra manera, no pueden existir respuestas significativas si las preguntas no lo son.

¿Por qué se llama COVID-19 el coronavirus?

¿Falta coordinación, dirección y liderazgo desde Europa?

Si es cierto, como dicen, que existe un sesgo de población potencialmente mortal, personas mayores enfermas y con patologías previas, ¿no se puede actuar principalmente en estos sectores?

¿Estamos hablando de algo que va mucho más allá de una crisis sanitaria? ¿Crisis económica, social y casi cultural (nuevos tiempos) más allá de la enfermedad y posibilidad de pandemia?

¿Podemos afirmar contundentemente que el calor al igual que acaba con el virus de la gripe acabará con el COVID-19?

¿Estamos ante una epidemia de desinformación para conseguir una pandemia de claudicación?

¿El gobierno solo puede ser correa de transmisión de los expertos sanitarios o científicos?

¿Cuántas personas han muerto en lo que va de año por la gripe? Es decir, ¿están sustituyendo estadísticamente los fallecidos por COVID-19 a los de la gripe o son dos estadísticas complementarias que terminarán dando una cifra de muertos desorbitada en unos meses?

¿Existe o existirá relación entre el COVID-19 y una posible futura recesión o se fabricará esta relación?

¿Ayudará la gestión de la crisis del  COVID-19 a modificar situaciones laborales y aventurarse en mundos desconocidos tanto para los y las trabajadores como para las y los empresarios? Es decir, ¿favorecerá a medio o largo plazo a nuestro precario mercado laboral o no tendrá influencia?

¿El dinero lo arregla todo o por el contario lo estropea?

Esperemos que las respuestas y en especial la direccionalidad estratégica de quiénes rigen este insignificante universo compuesto por 194 países no nos lleven a “El restaurante del fin del mundo”. Donde Douglas Adams cuestiona bastante seriamente desde el humor la naturaleza humana y el despropósito de nuestras actuaciones con el planeta. Al que prácticamente cataloga de insignificancia en el universo, pero siendo a la vez el más hermoso y singular de los planetas existentes. Una neblina de pesimismo comienza a invadir la obra de Adams. Esperemos que nada de lo reseñado se pueda asociar al coronavirus y su gestión.

Pasemos a contestar un par de cuestiones, las aparentemente más sencillas.

¿Por qué se llama COVID-19 el coronavirus?

Lo primero que debemos saber es que este nombre es el de la enfermedad, nombre abreviado de la neumonía por coronavirus. El nombre del virus establecido oficialmente por el Comité Internacional de Taxonomía de Virus es SARS-CoV-2. Se elige esta tipología en su denominación atendiendo a los códigos similares recogidos en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD, por sus siglas en inglés). Este nuevo betacoronavirus puede infectar las vías respiratorias originando una sintomatología normalmente más leve que otros coronavirus que generaron en su día brotes epidémicos, como SARS-CoV y MERS-CoV. Si bien en muchos casos puede ser asintomática, las manifestaciones clínicas principales de la enfermedad por SARS-CoV-2 (COVID-19) incluyen los propios de un resfriado común.

¿Falta coordinación, dirección y liderazgo desde Europa?

Para contestar a esta pregunta plantearé otra que, a pesar de parecer una contradicción, responde nítidamente a la cuestión que antecede a este párrafo. ¿Hace algo la Unión Europea? ¡Claro qué hace! El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, convocó el martes, sí el martes no han leído mal, una videoconferencia entre los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la Unión Europea para coordinar los esfuerzos en la lucha contra el coronavirus. Aunque el virus fue detectado en diciembre de 2019.

La UE otra vez dividida. Alemania considera que es cosa de cada país, mientras España, Italia, consideran, sensatamente, que es un problema europeo, comunitario, de los 27 países miembros. Van a dar 25.000 millones de euros pero a muy, muy, largo plazo. De momento 7500 millones de euros cuando solo Italia ya lleva gastado 9000 millones. Algunas podrán pensar que la calderilla la va a dar la UE. ¿Y qué le decimos? Nos haremos una UE, mirando para otro lado y callando. Solo con la suspensión de las Fallas estaríamos hablando de unos 700/900 millones de euros. Bruselas cada vez que hay un problema parece actuar de la misma manera, véase crisis migratorias, por ejemplo, refugiados sirios; conflictos internacionales, por ejemplo, Venezuela; crisis medioambiental, por ejemplo, resultados de la última cumbre sobre el cambio climático de Madrid, COP 25; crisis sanitarias, COVID-19, etc. Primero no hace nada, ¿a ver qué pasa? Por si el problema se resuelve solo. Más tarde intenta trasladar el o los problemas a países y gobiernos concretos. Finalmente interviene tarde y mal. Lo volvemos a ver en este caso.

He sido en general crítico con los dirigentes españoles, pero ¿qué tenemos en Bruselas? ¿Qué niveles profesionales y morales tienen quiénes nos dirigen desde la UE? Haré un inciso en cuanto al término dirigir. Una de sus acepciones es guiar, mostrando o dando las señas de un camino. Pues bien, siendo así sí dirigen algunas cosas. Normalmente todo lo neoliberal y pasan de puntillas por todo lo social. Migración, medioambiente y sanidad lo más evidente. Le planteo de nuevo la pregunta inicial. ¿Falta coordinación, dirección y liderazgo desde Europa?

 
 

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