“Una vez más, se busca a la UE”

AFP-Charles Platiau
AFP-Charles Platiau

¿Hemos vuelto a la guerra fría? El escenario ucraniano es más complejo de lo que a primera vista parece, pero bastante más conciso de lo que se pueda pensar. Mi intención es centrarme en lo que pudiera considerarse como accesorio o periférico pero que, a poco que reflexionemos sobre ello, nos devolverá una nítida imagen de la situación desde las profundidades de un contexto prebélico.

La corrupción como elemento de control y desestabilización desde la manipulación es la herramienta más utilizada en el panorama político mundial. Hace unos meses el Gobierno de Kiev comenzó a actuar seriamente y con decidida determinación contra una serie de oligarcas y ex políticos afines al régimen prorruso y defensores del presidente saliente. Parte de la capacidad de dominio de la sociedad ucraniana por parte rusa quedaba desmantelada. Estos procesos judiciales, además de enviar un claro mensaje, menoscaban sensiblemente la influencia de Moscú en Kiev. “Dinerito” para comprar voluntades y crear estados de opinión como vía de dominación.

Por otro lado, no es descabellado pensar que Rusia haya creído que es el momento ideal para presionar potentemente al considerar que los EEUU tiene una única prioridad, China, y que la UE de unidad solo posee el nombre y que sus divisiones internas la debilitan hasta el infinito. Con lo que no solo deja de ser un interlocutor válido para este problema, sino que potencia la propia crisis llegando incluso a perder su estatus de hombre de paja de EEUU en el continente.

Las contradicciones existentes en el seno de la UE son bifocales, afectan tanto a países internamente como al grupo en su conjunto. No estaríamos hablando de una elipse sino más bien de una elipsis con la unidad como parte omitida no de la historia, no del discurso, sino directamente del concepto. En cuestiones de política internacional la UE se transforma de la DUE (DesUnión Europea).

El Gobierno de coalición alemán se está caracterizando por la defensa de posiciones divergentes con respecto a la cuestión ucraniana. ¡Y cabe recordar que acaban de empezar a andar como quién dice! No pueden permitirse una guerra. A Francia le quedan dos días para estar en campaña electoral y a nadie escapa que Macron lo tiene difícil, pero difícil, y que la extrema derecha está al acecho. No puede permitirse una guerra. Fuera de la UE, el Reino Unido no atraviesa su mejor momento gracias a su party president. Boris Johnson ha demostrado que solo hay una cosa que le importa en este mundo y es: Boris Johnson. Él y su supervivencia política no pueden permitirse una guerra.

Podemos comprobar como las tres grandes potencias europeas no parecen estar en condiciones de asumir ahora mismo un órdago de la envergadura que Putin ha puesto sobre el tapete de la mesa de juego.

Una de las grandes victorias de Rusia sería evitar la deriva de Ucrania, y otros países de la antigua Unión Soviética hacia Occidente; otra mediatizar de tal manera el proceso de democratización iniciado en dichos estados como para que no tenga lugar. Intervención desde dentro, con la corrupción ya citada y con las movilizaciones separatistas. Una Ucrania que consiguiera consolidar una democracia sólida y próspera podría ser un ejemplo al que apuntar desde la disidencia rusa, pues Ucrania y Rusia presentan condiciones históricas y socioculturales semejantes.

Sin embargo, el despliegue militar es de tal magnitud que cabe especular con que Putin no se retirará sin antes haber conseguido algún éxito contundente. Tras la anexión de Crimea, Putin aumentó su apoyo popular en Rusia y podría “conformarse” con el pulso realizado a los EEUU, con su exhibición de fuerza, con la anexión de Donbás, la creación de un corredor hasta Crimea, la desestabilización de la zona, ganar tiempo y que no lo sancionen económicamente de manera significativa. Si bien no deja de ser cierto que la situación, el contexto y el presidente de los EEUU no son iguales a lo que se enfrentó Rusia en 2014.

La invasión a gran escala queda descartada, ya se le escapó a Biden eso de la “incursión pequeña” aunque luego rectificará siendo consciente de que estaba apoyando la causa rusa involuntariamente. Una guerra abierta es impensable, aunque tan solo sea por el gasto económico que supondría a las partes implicadas.

Y hablando de “dinerito” nuevamente, el mayor golpe que se podría infligir a Rusia es sin dudarlo en el terreno económico. Si se desconectara su sistema bancario del mecanismo S.W.I.F.T, un sistema de identificación de transacciones financieras que interconecta a la banca mundial. El simple hecho de que EEUU hubiese amenazado con esto significaría que el riesgo de confrontación a gran escala era inminente, y no se ha, ni tan siquiera, planteado.

La guerra híbrida está servida y lleva tiempo cocinándose, muy posiblemente estén pensando en servir un plato a lo bielorruso como el que hicieron saborear a Polonia, y por consiguiente a la UE, no hace demasiado. O preparar unos postres con sabor oriental desde el acercamiento y la colaboración con China en su enfrentamiento económico con EEUU. Y para el café potenciar los movimientos africanos.

Las guerras de hoy en día y las pasadas han tenido una motivación económica siempre. Imbricada en el propio conflicto y en demasiadas ocasiones bajo el disfraz de otras cuestiones de índole cultural, religiosa, etc

Desde el diálogo hay que crear, pues ahora mismo no existen, espacios de confluencias mutuas e incluso interdependencia, llegado el caso, si así se propicia la paz y el entendimiento. De la OTAN y su papel potenciador de intereses hegemónicos, de los empresarios tras bambalinas y de los casus belli de falsa bandera y espurios beneficios ya departiremos en otra ocasión.

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