Palomas mensajeras en el norte de África

Centro de Historia y Cultura Militar de Ceuta, artículo de colaboración de David López-Villalta Lozano.

Tal y como relata el libro del Génesis en el Antiguo Testamento, una paloma con una rama de olivo fue la señal recibida por Noé para desembarcar en tierra firme. Ya en la V Dinastía egipcia del Imperio Antiguo, hacia el 3.000 a.C. existen noticias sobre palomas mensajeras.

Los griegos las utilizaban para anunciar a los vencedores de los primitivos Juegos Olímpicos. Dentro de un ámbito propiamente militar, Plinio contó como Décimo Bruto utilizó en el sitio de Módena palomas que transportaban mensajes al campamento de los cónsules. Parece ser que César se interesó por este sistema de comunicación durante su campaña de la Galia. Los chinos también utilizaron palomas desde tiempos remotos, pero será con la eclosión de la civilización árabe cuando se ideó un auténtico servicio de comunicación que cubría la expansión musulmana. Ricardo Corazón de León se comunicó con el sultán Saladino en el sitio de San Juan de Acre durante las Cruzadas. En las guerras de Flandes, concretamente durante los sitios de Harlem y Leyden, los holandeses se comunicaron por medio de palomas mensajeras y evitaron su derrota ante nuestros Tercios, inundando los campos. La derrota de los franceses en Waterloo fue conocida con cincuenta horas de antelación gracias a una paloma por el banquero Rothschild, quien inmediatamente compró una enorme cantidad de valores públicos en Londres que, tras su revalorización tras la victoria, obtuvo unas ganancias descomunales.

A comienzos del siglo XIX en Bélgica experimentaron con su raza autóctona, instruyendo y entrenando progresivamente a las palomas, transportándolas en jaulas en distintas direcciones, comprobando que éstas sabían volver perfectamente a su palomar de origen. En este ambiente se crearon a tal efecto las primeras sociedades y concursos colombófilos. Una nueva moda inundaba aquella Europa decimonónica, la colombofilia o colombicultura, es decir, la cría y adiestramiento de palomas, para convertirlas en mensajeras.

Existen numerosas teorías sobre la capacidad de estas aves para orientarse en la dirección correcta a lo largo de grandes distancias, destacando aquella que relaciona la especial capacidad de estas aves para percibir las ondas magnéticas en su cerebro. Hay palomas que son capaces de recorrer más de 1.000 kilómetros para retornar a su palomar. En aquellos años la velocidad que proporcionaban las palomas en la transmisión de las noticias, era muy superior al correo nacional e internacional, de ahí que según la denominación de la época se hablara de “telegrafía alada”.

Ejército alemán 1914-18

Para alcanzar la utilización generalizada de palomas mensajeras por los ejércitos contemporáneos fue determinante la experiencia del asedio de París de 1870-1871 durante la guerra franco-prusiana, hecho que no pasó desapercibido para el Ejército español. El capitán de Ingenieros Lorenzo de la Tejera y Magnín publicó un magnífico libro “Las palomas mensajeras y los palomares militares en 1890”, del que se conserva una copia en la Biblioteca Histórico Militar de Ceuta, donde reflexionaba que:

«El hombre como mensajero está expuesto a mil peligros: puede ser muerto hecho prisionero, y lo que es aún peor, puede venderse (…); las carreteras y los ferrocarriles se cortan y se interceptan por completo las comunicaciones (…); la telegrafía óptica está expuesta a frecuentes interrupciones, los días de niebla, nieve o lluvia (…); la telegrafía eléctrica, medio sin duda el más rápido y mejor (…), se intercepta fácilmente cortando los conductores, y en iguales condiciones se encuentran los teléfonos».

Las conclusiones del asedio de París eran claras, las palomas fueron el único medio útil que tuvieron los franceses para poder comunicarse con la capital sitiada. Alemania sacó pronto sus conclusiones sobre el asunto y en 1872 crearía su propio servicio colombófilo militar.


El palomar militar del Hacho (1893-1904).


En este sentido se encuadra la adopción de las palomas por el Ejército español por medio del Real Decreto de 17 de enero de 1879, que creó el Palomar Militar de Guadalajara, siendo director general de Ingenieros el teniente general José de Reina y Frías. Este palomar, conformado por palomas adquiridas en Bélgica, quedaría ligado a la Compañía de Aerostación allí radicada, dependiente originalmente de los Ingenieros, que siempre a lo largo de los años siguientes controlaría el servicio de palomas mensajeras. En 1884 las palomas mensajeras serían adscritas con clara concreción al batallón de telégrafos, reafirmando su adscripción al Arma de Ingenieros del Ejército.

En 1886 apareció un reglamento para el servicio de los palomares militares. Allí se detalla toda una red de palomares militares extendida a través de España, con 18 palomares: Madrid, Valladolid, Ciudad Rodrigo, Badajoz, Tarifa, Córdoba, Málaga, Ferrol, Oyarzun, Pamplona, Jaca, Zaragoza, Figueres, Valencia, Palma de Mallorca, Mahón, Ceuta y Melilla. Tan sólo las Canarias quedaban fuera de este ingenioso sistema de comunicación, debido a las dificultades de sortear tan gran distancia.

Para el ámbito de Ceuta podemos seguir la pista documental de las palomas mensajeras en el Archivo Intermedio Militar de Ceuta. Tanto en el fondo del Cuartel General del Ejército del Norte de África, así como en el fondo de la Comandancia de Obras de Ceuta, encontramos información sobre palomas mensajeras entre 1893 y 1904, que nos permiten rememorar como fue el origen del servicio de palomas mensajeras en la fortaleza del Hacho.

Un oficio de noviembre de 1893 dirigido al coronel de Ingenieros atestigua el pase de varias parejas de palomas y pichones procedentes de la península, concretamente de la Capitanía General de Castilla la Nueva. Sin duda es la primera noticia que tenemos explicitando la inminente llegada de palomas mensajeras a Ceuta, sin embargo, desconocemos cualquier noticia sobre la existencia de un palomar que las albergara, así como su emplazamiento concreto, aunque dada la evolución posterior del asunto, no sería de extrañar que se ubicase un palomar rudimentario en la fortaleza del Hacho.

En 1894 se creó la Real Sociedad Colombófila Española, cuyo primer presidente fue el comandante de Ingenieros Pedro Vives y Vich, quien destacó por tratar de adaptar las afamadas palomas belgas a las condiciones de nuestro país.

El 16 de junio de 1898 se publicó en la Gaceta de Madrid un importante Real Decreto sobre palomas mensajeras, que partía de la Presidencia del Consejo de Ministros, que regentaba entonces el liberal Mateo Práxedes Sagasta.

Entre la documentación del Archivo Intermedio Militar de Ceuta sobresale un expediente del fondo de la Comandancia de Obras de Ceuta, Sección 3ª de Material, Subsección 3ª de Ingenieros, que proyectaba en 1898 un edificio destinado para palomar militar en la fortaleza del Hacho. Allí se planificaba todo un nuevo edificio en la zona del antiguo almacén del baluarte de san Antonio, emplazado allí desde el siglo XVIII. Siguiendo la estupenda trilogía del Hacho del coronel Juan José Contreras Garrido, sabemos que allí también se ubicó un antiguo semáforo de señales que servía para comunicarse con Algeciras. El edificio proyectado en 1898 por el capitán de Ingenieros Roberto Fritschi y García, sufriría diversas reformas en el futuro. Reproducimos su lugar de ubicación concreto dentro del Hacho, su planta y detalles del alzado. En la planta baja se reservaban unas estancias para el servicio de palomas, y en la planta superior, el palomar propiamente dicho, tal y como fue diseñado originalmente.

El 12 de junio de 1899 se publicó el primer reglamento para el servicio de palomas mensajeras. Entre otras cosas promovía la creación de una “Escuela de Palomeros”, que mientras se organizaba, delegaba en el Regimiento de Zapadores Minadores la extracción del personal para el control de los palomares. En Ceuta y Melilla fueron las propias compañías de Ingenieros quienes llevaron a cabo esta labor.

A través de otros expedientes conservados en el Archivo, inscritos en el fondo del Cuartel General del Ejército del Norte de África, Sección 2ª de Asuntos, Subsección 10ª de Organización tenemos diversas noticias sobre el funcionamiento del palomar en sus orígenes, especialmente entre 1899 y 1904. Resulta muy interesante contemplar la minuciosidad de los Ingenieros en el control del palomar miliar del Hacho a la altura de 1900, conociendo el número de palomas que se conservan, así como todo el gasto desglosado de su alimentación, así como de los costes generados por el servicio. Llama la atención, la variada alimentación de las palomas que se componía principalmente de alverja y trigo, contando también con aportes de yeros, alazor, colza, avena o habas.

En la memoria descriptiva de 1900 se especifica que a principios de año se contaba con una dotación de 140 mensajeras, entre palomas y pichones. También explica los resultados de las sueltas o recepciones de palomas desde Algeciras, Tarifa, Los Barrios, Castellar, Bobadilla o Ronda, de este modo queda claro su utilización de las palomas más expertas para las comunicaciones con la península; mientras que los pichones eran adiestrados para volver desde el campo exterior con distancias progresivamente superiores. En cada operación se contabilizaba minuciosamente el número de las bajas.

En 1900 el edificio del palomar fue reformado por el maestro de obras Clemente López de Letona.

En 1902 el edificio fue acondicionado nuevamente como estación de “telegrafía eléctrica sin hilos”, será ya conocido como la casa del palomar, tal y como reflejan los distintos proyectos posteriores. Por ejemplo, cuando en 1928 se adaptó el edificio como enfermería se le denominaba como casa palomar.

La documentación del Archivo cubre hasta 1904. Después de 1904 hay un largo vacío de un cuarto de siglo, hasta volver a tener noticias en 1929. Es difícil saber que sucedió con el palomar militar del Hacho. Probablemente se decidió trasladar la ubicación del palomar desde el Hacho al Cuartel de la Reina o quizás al Cuartel de las Heras, pues lo cierto del asunto es que a las palomas les asustaban los cañonazos del Hacho, el simple cañonazo de las doce las ahuyentaba. La desoladora pérdida de la documentación de Ingenieros nos impide conocer con detalle la evolución de los palomares en el desarrollo del siglo XX, aunque queda claramente probada la vinculación de las palomas a la fortaleza del Hacho en el cambio de siglo.


El Servicio Colombófilo en Marruecos (1929).


Desde la creación del Palomar Central de Guadalajara, el 17 de enero de 1879, hasta la clausura del Servicio de Palomas Mensajeras, el 28 de marzo de 2008, el Ejército Español incluyó los principios de la colombofilia entre sus servicios de comunicación, al igual que muchos otros ejércitos. En esos 129 años de historia los servicios colombófilos fueron siempre organizados y desarrollados por los Ingenieros. Así en 1920 se decidió que el Palomar de Guadalajara, perdiese su condición de Central por el de El Pardo, controlado por el Regimiento de Telégrafos, alma mater del actual Regimiento de Transmisiones 21 (RETES 21).

Una Real Orden publicada el 21 de Julio de 1923 sacó a la luz el “Reglamento para el Servicio de Comunicaciones por Palomas Mensajeras”. Sin embargo, allí no se especificó nada para el territorio del Protectorado, básicamente porque la guerra en el Norte de África estaba todavía en pleno curso.

Sobre palomas mensajeras se conserva documentación en el Archivo Intermedio Militar de Ceuta. Dentro del fondo del Cuartel General del Ejército del Norte de África, en la Sección 2ª de Asuntos, Subsección 10ª de Organización, existen más de dos decenas de expedientes bajo el título de palomas mensajeras. Entre éstos sobresale el expediente de la organización del Servicio Colombófilo en Marruecos de 1929, firmada por el capitán Pedro Prieto Rincón, propuesta una vez finalizada la guerra del Protectorado.

También se conserva en el Archivo un pequeño libro, “Manual del soldado palomero”, salido de la Imprenta Militar del Regimiento de Telégrafos de El Pardo con fecha de 1928. Que sepamos se trata de la única copia existente, pues en el conjunto de las Bibliotecas Histórico Militares no figura entre sus catálogos. Tampoco se conserva copia en la Biblioteca Nacional. Bajo tan inocente título se recoge una excelente introducción a la colombofilia, donde se dan instrucciones precisas acerca del entrenamiento o la alimentación de las palomas, así como el acondicionamiento específico de los palomares. El autor del libro es el mismo capitán Pedro Prieto Rincón, junto al teniente Víctor Malagrava Cardona.

A partir de una Real Orden de 19 de noviembre de 1928 se creó el Servicio Colombófilo en Marruecos. Este hecho supuso que el control de las palomas mensajeras pasara de la Aviación desplazada al Protectorado, a depender orgánicamente del Regimiento de Telégrafos de El Pardo. Cambiará la vinculación orgánica, pero no la función, ya que la Aviación continuaría siendo el principal usuario del servicio de palomas mensajeras, llevando ejemplares frecuentemente en los vuelos:

«El servicio de aviación, necesita en todos sus viajes, tanto al interior como en los marítimos, llevar en los aparatos palomas mensajeras, con las que poder enviar en caso de accidente, rápida noticia a su base».

El expediente está archivado como una propuesta del capitán, que se pasa al Ministerio de Guerra para su estudio. Según el Plan de 15 de febrero de 1929, firmado por el capitán Pedro Prieto Rincón se disponían seis emplazamientos para los palomares. El primero radicaba en el aeródromo de Tauima, dando servicio también a la base de hidroaviones del Atalayón, contando con unas 300 palomas mensajeras. El segundo palomar debía cubrir el área de Tetuán, atendiendo especialmente al aeródromo de Sania Ramell con otras 300 palomas mensajeras. En tercer lugar, se cubría el área de Larache y sobre todo su respectivo aeródromo de Auamara, contando con 200 ejemplares. En cuarto lugar, se preveía un palomar en el futuro aeródromo Herráiz a orillas del río Neckor en el corazón del Rif, previendo destinar allí otras 200 palomas mensajeras. Éste último aeródromo no llegaría nunca a consolidarse, más allá de ser una pista de aterrizaje provisional. El radio de acción de estos palomares sería de 300 kilómetros.

Mientras tanto suponemos que también había palomares militares en los territorios de soberanía de Ceuta y en Melilla.

Volviendo al ámbito del Protectorado, en un principio solo funcionaba el palomar de Tauima. Sin embargo, el Capitán Prieto no se mostraba satisfecho con el estado de las instalaciones, solicitando que se creara un palomar nuevo con todos los utensilios necesarios, tasando su coste total en unas 8.000 pesetas (48 euros)

Respecto a Tetuán habría que crear un palomar nuevo, partiendo del regalo de un miembro de la Real Sociedad Colombófila de Cataluña, José Fernández Calzada, quien entregó doce pares de palomas de buenas condiciones. Por aquel entonces, las palomas mensajeras ya alcanzaban un alto precio entre los ávidos colombófilos que destinaban las palomas a concursos, por lo que no cabe desdeñar la cuantía del regalo.

En cuanto a Larache, se especifica que su comandante general, Emilio Mola Vidal «tiene un palomar, creado y cultivado por él personalmente», contando con 40 ejemplares. Poco se conoce sobre la faceta personal de Mola como colombófilo, sin duda atraído por las posibilidades de un medio de comunicación realmente rápido, que facilitaba una clara ventaja estratégica. El palomar de Mola se consideraba un núcleo de especial interés, por sus posibilidades de futura comunicación con las Islas Canarias, con mayor probabilidad de éxito, que desde cualquier otro punto del Protectorado o la península. El capitán especifica en un informe de enero de 1929 que:

«A Larache y por deseo del señor general Mola, se enviaron el pasado año seis pares de mensajeras, procedentes del Palomar Central de Guadalajara. Además, el señor general Mola adquirió otros ejemplares del palomar de remonta de la Real Sociedad Colombófila de Cataluña y con tales elementos y su cría, puede comenzarse el entrenamiento, ahora que es el momento más favorable para ello, si las condiciones del palomar y el desarrollo de su reproducción lo permiten, cosa que me propongo ver en el próximo viaje que he de hacer a Larache».

Aparte de los palomares fijos, se contaría con dos palomares móviles con 60 palomas cada una. El palomar móvil nº 2 cubriría la zona Ceuta-Tetuán, mientras que el palomar móvil nº 6 se encargaría de la zona de Melilla. Ambos tendrían un radio máximo de alcance de cuarenta kilómetros.

Para todo el servicio se calculaba la necesidad de dos sargentos, cuatro cabos y ocho soldados, siendo todos ellos de Ingenieros, pudiendo contar con el auxilio en los aeródromos de soldados de Aviación. Todo el personal fijo debería proceder del Servicio Colombófilo del Regimiento de Telégrafos y estar bajo el mando de un teniente de Ingenieros. En este aspecto el propio capitán Prieto subraya la influencia de la organización colombófila de Argelia y del Marruecos francés, obra del capitán Colombí.

Otro aspecto que contemplaba el plan del capitán Pedro Prieto era el control de los palomares civiles, ante la necesidad de censar y controlar su actividad, con la clara intención de evitar pérdidas de palomas atraídas por palomares demasiado próximos.

Se conserva un completo plan de viajes, para determinar el entrenamiento de las palomas mensajeras de Tauima, estableciéndose rutas en las que las palomas debían retornar desde distintos puntos kilométricos, como base de un entrenamiento continuo de las aves.

También se conserva un detallado presupuesto con el gasto del mantenimiento del palomar fijo de Tauima, ascendiendo a un monto total de 3.000 pesetas (18 euros) su gasto anual. La alberja constituía con 2.250 kilos anuales, el centro de la alimentación de las palomas; a las que también se destinaron 250 kilos de trigo. El resto del presupuesto lo consumían los jornales para la tropa destinada al servicio, así como el mantenimiento de los palomares, incluidos todos los utensilios necesarios (comederos, bebederos o cazuelas de nido), así como material específicamente colombófilo (por ejemplo, anillas para sujetar los mensajes o colombogramas en las patas).

A partir de los informes de 1929 del capitán Pedro Prieto Rincón hay un vacío de información en el Archivo. Prácticamente hay que esperar a los años cuarenta, para volver a tener información sobre palomas mensajeras. Probablemente los planes del capitán Prieto nunca se cumplieron ni por asomo en su integridad. El aeródromo de Herráiz en el Rif, como ya comentamos, no se consolidó. También se desconoce cualquier actividad de los palomares móviles o de personal destinado a los mismos, por lo que deberíamos preguntarnos, si realmente llegaron a actuar en el Protectorado. Aparte de la actividad colombófila de Mola en Larache, nos quedan los aeródromos de Tauima, donde actuó Prieto, y el de Sania Ramell, sobre los que no conservamos documentación, que nos enseñase la situación de los palomares dentro de la infraestructura de los aeródromos. La descripción detallada del meritorio trabajo del capitán Prieto en Tauima, a lo largo de un expediente francamente interesante, es realmente de lo poco que podemos conocer con detalle.

Ya en el fondo de la Comandancia de Obras de Ceuta conservado en el Archivo Intermedio Militar de Ceuta, encontramos junto a un breve expediente personal no regulado del Capitán Prieto, una documentación muy interesante sobre los gastos del palomar en 1929 y la asignación recibida de 3.000 pesetas para su mantenimiento o según el argot de la época para su “entretenimiento”. También hay documentos que especifican que el Capitán Prieto era jefe delegado de la Comandancia de Ingenieros en Marruecos también en la circunscripción de Ceuta-Tetuán. Allí se conserva un oficio que reproducimos, que destaca por utilizar papel sellado del Regimiento de Telégrafos, figurando claramente el Servicio Colombófilo en Marruecos, bajo la torre que representa a los Ingenieros. Es muy probable que, rastreando la documentación del Regimiento de Telégrafos de El Pardo, se encontrase más referencias al Servicio Colombófilo de Marruecos.

Concluyendo, queríamos destacar la existencia real, al menos entre finales de 1928 y claramente en 1929, del Servicio Colombófilo en Marruecos, que pretendía implantarse en el Protectorado, siempre con un servicio muy asociado a la Aviación por su vinculación con los aeródromos, y que tuvo una experiencia real y detallada en Tauima y muy probablemente en Sania Ramell. El plan o la propuesta del capitán Pedro Prieto Rincón, experto colombófilo, seguramente quedó desechado, razón por la que quizá no conocemos ninguna documentación de los años treinta referentes a palomas mensajeras en el Protectorado.

El Gobierno en 2010 aprobó un decreto que, las palomas mensajeras dejan de estar bajo la supervisión de las Fuerzas Armadas, ya que, no tienen valor como medio de comunicación para la defensa nacional. El Gobierno mantenía sobre 300 palomas para restablecer las comunicaciones en caso de catástrofe.