Reunión entre los generales Silvestre y Blondlat, en Arbaoua, el 1 de junio del 1914

Artículo escrito por David López-Villalta Lozano 
Reunión entre los generales Silvestre y Blondlat, en Arbaoua, el 1 de junio del 1914
Archivo Santiago Domínguez Llosá I Eugenio R
Archivo Santiago Domínguez Llosá I Eugenio R

Las relaciones entre españoles y franceses en Marruecos durante la vigencia del Protectorado no ha sido un tema recurrente entre el abundante material bibliográfico existente. En el Archivo Intermedio Militar de Ceuta se custodia el fondo de la 5ª Sección de Reservados del Cuartel General del Ejército del Norte de África, que ha permanecido ignoto por marcarse su documentación en el momento de su creación con el sello de secreto o reservado. Tras la desclasificación de la documentación por el Ministerio de Defensa en febrero de 2019, el fondo de la 5ª Sección es accesible a la ciudadanía hasta 1968. Allí existen un abultado número de expedientes que analizan o relatan asuntos referentes a las relaciones con el Protectorado francés.

En concreto y referente a los inicios del Protectorado se conserva un expediente sobre la reunión del general de brigada, Manuel Fernández Silvestre, con el general de brigada, Ernest Joseph Blondlat, en el campamento francés de Arbaoua, celebrada el 1 de junio de 1914, poco antes del estallido de la Gran Guerra. Silvestre era por aquel entonces comandante general de Larache y acudió al llamamiento francés en representación del alto comisario de España en Marruecos, el teniente general, José Marina Vega; del mismo modo que Blondlat, actuaba en representación del general de división, Louis Hubert Gonzalve Lyautey, comisario Residente General en Marruecos de la República francesa.

Arbaoua, donde se instaló el campamento francés al que se acercó Silvestre, debía ser una localidad muy pequeña en 1914, dado que en la actualidad es un pueblo que apenas llega a los 3.000 habitantes. Por aquel entonces su importancia radicaba en que era el primer núcleo francés tras cruzar el Uad Lucus en dirección sur por el vado del Yedid, el único punto transitable del río a aquella altura de su cauce medio.

Sobre la etapa de Silvestre en Casablanca y Larache (1908-1915) que ilustra sus relaciones con las autoridades francesas y en particular con su Ejército, sobresalen los respectivos capítulos de los libros de Manuel Serrano Vélez, “Silvestre o el sueño de un imperio” y de Vicente Fernández Riera, “De Cuba a Annual”. Vida y muerte del General Silvestre (1871-1921). Ambos volúmenes, así como el conjunto de su bibliografía, tanto libros como artículos de investigación, se conservan en la Biblioteca Histórico Militar de Ceuta.

Desde su nombramiento el 20 de julio de 1908 como jefe de la Policía Xerifiana de Casablanca, el comandante Silvestre empezó a trabar muy buenas relaciones con los franceses. Al poco de llegar a Casablanca propuso al general francés D’Amade para la concesión de la Gran Cruz del Mérito Militar española, que le fue impuesta el 15 de septiembre de 1908; mientras que el propio Silvestre recibía el 26 de febrero de 1909 la Cruz de la Legión de Honor de la República francesa. En 1911 realizó un largo viaje hasta Marrakech, convirtiéndose en el primer militar español que se adentraba en el Marruecos controlado por los franceses, del que se guarda una memoria itinerario en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares.

Sin embargo, tras su nombramiento siendo ya teniente coronel, el 13 de junio de 1911 como jefe de las tropas expedicionarias en Larache, se sucedieron frecuentemente los incidentes con los franceses. La toma de Alcazarquivir con el capitán Moreaux al acecho, fue un auténtico golpe de mano, pues hasta la firma del tratado del Protectorado en noviembre de 1912, no se concretó que el curso del río Lucus serviría como divisoria entre las zonas de influencia francesa y española en ese punto. Esto provocó que numerosos agentes, desertores y militares franceses poblaran el entorno de Alcazarquivir. Además, con motivo de unas marchas las tropas de Silvestre sobrepasaron el límite del Yebel Gani, lo que motivó las quejas de Francia. El incidente con el teniente Thiriet en 1912, que abofeteó a un desertor francés en las afueras de Alcazarquivir y fue reprendido por Silvestre, motivó que diversos periódicos parisinos como “Le Matin”, “L’Echo de Paris”, “Le Gaulois” o “L’Aurore” denostarán a Silvestre y presionaran para conseguir su destitución.

El 15 de marzo de 1913 se creó la Comandancia General de Larache y el coronel Silvestre no abandonaría el cargo hasta mayo de 1915, ya como general de brigada, sosteniendo un meteórico ascenso. Fue en este interludio cuando se produjo la reunión de Arbaoua. Poco antes de la reunión y para limar asperezas, mediante un decreto del presidente de la República Francesa del 14 de mayo de 1914, le fue concedida la Encomienda de la Orden Nacional de la Legión de Honor, recibiendo las insignias de comendador y de caballero por suscripción popular de la colonia francesa en el Protectorado español.

Lyautey envió a Arbaoua al general Blondlat. Ambos se conocían de largo, pues ya habían trabajado juntos en Madagascar a comienzos del siglo XX. Poco después de la reunión, con el estallido de la Gran Guerra, pasaría a la metrópoli, participando en la batalla del Marne. Tras la conflagración encontraría destino en Indochina. Podemos considerarlo un militar colonialista de la escuela de Lyautey, donde predominaba la expansión como una mancha de aceite al ritmo de la labor civilizadora planteada (carreteras, ferrocarriles, puertos, urbanismo, administración, etc.), más que por la fuerza de la propia ocupación militar, buscando el entendimiento y armonía con el elemento indígena a través del respeto de buena parte de sus tradiciones.

General Blondlat
General Blondlat

Los acuerdos a los que llegaron Silvestre y Blondlat son francamente interesantes y están plasmados en un acta en castellano. Presuponemos que debe existir un documento gemelo en francés en el país vecino.

El primer asunto de su acuerdo se refiere a la aplicación del tertib, que ellos denominan como textib. El tertib era un impuesto que gravaba a la riqueza agrícola y pecuaria. El asunto era clave, porque el Raisuni se dedicaba a extorsionar a las cábilas con el pago de grandes sumas de dinero, generando un fuerte malestar en la zona española. Silvestre se proponía controlar el sistema de imposición y bajar ostensiblemente esos pagos, para que la aceptación de los españoles fuera exitosa. A los franceses también les interesaba aplicar el tertib, para controlar hacendísticamente Marruecos; sin embargo, las pocas noticias existentes sobre el estudio del tertib retardan muchos años la aplicación del mismo y con resultados decepcionantes.

Otra cuestión candente era la comunicación entre Larache y Alcazarquivir con el Protectorado francés. Lo cierto es que desde Larache no partía ningún camino hacia el sur y el Lucus en un margen muy amplio solo era practicable por el vado de Yedid. En la reunión se acordó la realización de dos pistas que mejorasen la comunicación entre ambas zonas, una entre Larache y Yumáa de Lal-la Maimona, y otra entre Alcazarquivir y Arbaoua, cruzando el Lucus a través de un puente en el vado. Según Manuel González-Hontoria en su libro de 1915 sobre “El Protectorado francés en Marruecos y sus enseñanzas para la acción española”, comentaba que los franceses proyectaban construir dos carreteras que:

«Partirán de Kenitra y de Sidi-Gueddar para reunirse en el zoco del Arba, de donde continuará otra a Arbaua, destinada a unirse con la que venga de Tánger, a través de la zona española, pasando por Alcázar».

Hemos indagado infructuosamente en la construcción del puente internacional sobre el Lucus, confundiéndose sus noticias con el puente colgante “Capitán García Herranz” que atravesaba el río Lucus en la carretera Larache-Alcazarquivir del que se conservan diversas fotografías en la magnífica Biblioteca Virtual de Defensa.

También se trató de la unión de la red telegráfica y telefónica española y francesa entre Alcazarquivir y Arbaoua, fundamental para mejorar las comunicaciones con Tánger, a través de la red española vía Alcazarquivir, Larache y Arcila. El mapa de la zona del que reproducimos un fragmento, incluido en el expediente de la reunión, recoge todos estos aspectos a modo de croquis.

Silvestre apoyó la unión de las dos redes española y francesa, pero se negó a que los franceses construyeran su propia línea telegráfica y telefónica y mantuvo un veto sobre el pretendido proyecto francés durante el resto de su estancia en Larache. Manuel González-Hontoria concretaba en 1915 que:

«Se destinaban 120.000 francos para una línea Tánger-Larache-Arbaua, que el año anterior se había intentado tender, a través de la zona española, sin acuerdo de España, impidiéndolo por orden del gobierno de S.M., el coronel Fernández Silvestre».

Una comunicación posterior traducida al castellano del general Lyautey fechada el 21 de febrero de 1916, dirigida al tercer alto comisario, el teniente general, Francisco Gómez Jordana, incidía en el tema de la comunicación con Tánger. Aquí encontramos un punto claro de desencuentro con Francia.

Silvestre y Blondlat también acordaron la vigilancia del contrabando de material militar, fundamental para facilitar la pacificación de sus respectivos territorios, mediante comisiones para que:

«Se estudiasen sobre el terreno el mejor emplazamiento de puestos limítrofes de vigilancia».

El puesto español estuvo probablemente en el Yedid, en la margen norte del río, mientras que el correspondiente puesto francés se instalaría en Arbaoua.

Además, sentaron las bases para el establecimiento de comunicaciones recíprocas de informes importantes:

«Previniendo siempre que haya de tener lugar operaciones en las inmediaciones de la línea fronteriza».

Igualmente se estimaba:

«De alta conveniencia la cordialidad de relaciones entre las autoridades vecinas, las que pondrán de su parte los medios conducentes a que aquellas sean lo más armónica posible».

Así se consideraba la necesidad de:

«Prestarse apoyo mutuo para la amistosa, equitativa y justa resolución de cuantos asuntos pueden afectar a los intereses comunes de las dos Zonas, para poder así en la mejor cordialidad de relaciones cumplir con el mayor acierto la labor que les está encomendada».

Finalmente trataron del intercambio de desertores de forma análoga a un acuerdo establecido entre los Generales Jordana y Baumgarten; o el paso de indígenas de una zona a otra para cambiar de domicilio, precedida de «una noticia detallada a la Oficina indígena correspondiente». Todo ello mejoraría la situación.

En un último documento del expediente que tratamos, Silvestre informa al Alto Comisario Marina de la reunión con Blondlat, incidiendo en que fue «en extremo cordial y amistosa». El documento fechado el 16 de junio de 1914 lleva la firma autógrafa de Silvestre, que también reproducimos y cuyo análisis grafológico sería francamente de mucho interés.

Pocos días después de la reunión de Arbaoua estallaba la Primera Guerra Mundial, lo que supuso el traslado de gran parte de los efectivos franceses en Marruecos a Francia. La frontera suroeste a la altura del Lucus fue estable durante toda la vigencia restante del Protectorado, desapareciendo la caótica situación previa a la delimitación de las respectivas zonas de influencia francesa y española que se encontró Silvestre en 1911 y buena parte de 1912, donde habitual de la prensa española de la época, llegó a ser vilipendiado por la prensa francesa. La nueva frontera ya no ofrecía ningún motivo de disputa o fricción entre franceses y españoles, entonces Silvestre colaboró en la solución del problema básico de comunicación y convivencia heredado, pero vetó el proyecto telegráfico y telefónico francés con Tánger para disgusto de Lyautey, lo que impedía la plena sintonía con Francia.

Reunión entre los generales Silvestre y Blondlat, en Arbaoua, el 1 de junio del 1914
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