Mad God de Phil Thipphet: entre el desenfreno y la locura

maxresdefault
Omar Cruz

A veces, la vida se encarga de colocar frente a nosotros: imágenes convulsas, letanías de espanto, parajes abstractos y figuras retorcidas que han de asemejarse a silencios mortuorios, que al juntarse en una noche del sábado o, de un domingo por la tarde, nos pueden, a la brevedad, volar en cientos de pedacitos cada una de nuestras neuronas.

El cine y algunos de sus géneros han hecho posible lo anterior y no sólo eso, también han logrado que hoy día, tales formas de creación artística tengan un excelente recibimiento y estén en el listado de los implacables paladines del horror. Ellos, calculando meticulosamente sus obras nos han regurgitado hacia las entrañas de un mundo paralelo, lleno de caos y también de lugares en donde habitan diablos y ángeles caídos que renacen una y otra vez en lo que, parece ser; augurios sombríos y horripilantes aves rapaces.

Así es, creo yo, la abrumadora película “Mad God” del cineasta de origen norteamericano Phil Thippett. Una cinta animada “in stop motion” que recoge el trabajo del autor recopilado en lo largo y ancho de treinta años. En esta obra, Phil nos reta desde el principio, ya que la cinta carece de un guión visual y, por tanto, no tenemos la imagen imponente de un personaje principal o un conflicto en medio de la historia que nos lleve a desmembrar conclusiones o tomar partido de un bando u otro.

Thipphet nos la entrega desde lo más profundo de sus entrañas y espera que nosotros también le demos el recibimiento en el mismo lugar, creando con esto un encuentro de vísceras y otros artilugios repugnantes que habitan en nuestro interior.

El cineasta realiza un trabajo descendente. Su cinta se encarga de visitar los rincones más siniestros y oscuros del hombre. Sus bases están sostenidas por miedos acumulados y cadáveres putrefactos que se encargan de contar —de manera indirecta— la miseria, el caos, la avaricia y los demás pecados y enfermedades que lentamente van corrompiendo a los hombres.

Thipphet también recrea imágenes impensables de la guerra, fratricidios y otros crímenes atroces por los que la humanidad aun no ha respondido y que, estoy seguro, cuando llegue a sonar la trompeta destructora del Arcángel Gabriel, será demasiado tarde para revertir los horrores a los que hemos sometido a nuestros iguales.

La fotografía de esta cinta es igual de retorcida que cada una de las creaciones de Thipphet. El autor se toma el tiempo suficiente para llenar cada escena con transmutaciones lúgubres y de formas ignotas de vida, que parecen ser vomitadas de un lugar repugnante y totalmente descompuesto. Estos elementos, hacen que la película llegue a incomodar en intervalos de tiempo bastante extendidos, no obstante, Phil logra engancharnos de golpe, cuando aparece otra abominación que nos deja pegados a la pantalla, pensando en cuál será su función y su terrible destino.

“Mad God” es una película que acaricia los rincones más perturbadores de la locura y el desenfreno de la imaginación humana. Es decir, la suma de infinitas hostilidades encarnadas en la ficción y los temores más oscuros que desde hace un tiempo, han hecho casa en la memoria del hombre posmoderno.

“Mad God” también es una cinta que toma vigencia hoy día, mientras este mundo mutilado por la locura parece necesitar la imagen vacua de terribles abominaciones que lo enganchen a una realidad alterna o incluso lo reivindiquen ante tanta atrocidad que deambula junto a nosotros en el andar diario. Phil Thipphet, supo narrar en su cinta con sobriedad y hondura las batallas que nos esperan en esta época insana, hostil y lúgubre que nos deja llenos de vacíos inmarcesibles.