El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, en esta onomástica del 13 de junio, ha felicitado a todos los Antonios y Antonias, en un día muy señalado en el calendario de Ceuta. El presidente ha animado a los ceutíes a participar en la celebración y a pasar un buen día en compañía de familia y amigos.

El presidente, antes de acudir a san Antonio, ha expresado desde el Palacio de la Asamblea, ha tenido palabras de agradecimiento para todas las personas y entidades, comenzando por la Cofradía, que “han trabajado para que la celebración luzca como merece” y, por supuesto, no se olvidó del Obispado y la Comandancia General, “por su inestimable colaboración”.

También ha felicitado a los servicios de la Ciudad, los que, han cumplido una función muy importante en esta festividad, comenzando por la Consejería de Cultura y el Área de Fiestas, como también Fomento, Medio Ambiente, Servicios Urbanos y Gobernación, Además de la Federación de Vecinos, Cruz Roja y voluntarios de Protección Civil.

Juan Vivas, ha acudido como cada año a la ermita de San Antonio, donde se ha oficiado la tradicional misa en honor al santo oficiada por monseñor Rafael Zornoza Boy, obispo de Cádiz y Ceuta, al que, acompaño el vicario de Ceuta, Francisco Jesús Fernández Alcedo.

A continuación, Vivas y el sequito acompaño como un romero más a la procesión, la que, una vez recogida continúo la romería en un ambiente festivo en las inmediaciones de la ermita y con gran afluencia de público. La orquesta Plenitud fue la encargada de amenizar la jornada hasta las 16.00 horas, para dar paso a la actuación del cantante jerezano ‘Raule’.

Vivas estuvo acompañado de las consejeras de Cultura y Sanidad, Pilar Orozco y Nabila Bezina más el asesor delegado, Eduardo Ayala. En representación del Estado, asistieron la delegada del Gobierno, Cristina Pérez y el COMGE, Marcos Llago.

San Antonio, el santo de los milagros, el de encontrar lo perdido, el solucionador de problemas, entre ellos los del amor y el de los trece alfileres…, el día de su fiesta es costumbre de bendecir pequeños panecitos, que después son repartidos a los fieles. Esta leyenda nos cuenta que, encontrándose el santo en su convento, un grupo grande de pobres pedían limosna, y como no disponía para darla, repartió todo el pan de la cocina sin pedir permiso al panadero…, pero todavía hay dos historias más, la del pozo y la cerradura.