Almudena narró una España de miserias aún latentes

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Almudena Grandes, gran narradora de una España de miserias todavía latentes

Los vencidos de la Guerra Civil española del 36-39, su memoria o sus descendientes, han vuelto a quedarse huérfanos tras el fallecimiento de Almudena Grandes el pasado sábado 27 de noviembre, tan joven, a los 61 años; la narrativa de nuestro país se ha quedado sin la madre narradora que se adentró por todos los resquicios en el gran drama que supusieron aquella contienda fratricida y la larga y desolada posguerra; se ha quedado huérfana la narrativa de una necesaria memoria de la historia de la España aún reciente, y quien de viva voz seguía advirtiendo acerca de la latencia y presencia acosadora de esos mismos pensamientos que hicieron tanto daño a nuestro país. Demasiado pronto ha venido la enfermedad incurable a llevarse a tan extraordinaria escritora y activista en favor de las libertades, la democracia y el honor de la patria.

Cuando me sumerjo en una novela de Almudena Grandes lo hago en cuanto mis padres nos contaban a mi hermano y a mí de los desastres de la guerra que ellos vivieron siendo aún adolescentes, y en la amplia gama de miserias sociales y deshumanización que pervivieron en la posguerra. Esta escritora ha sabido calar con cercanía y veracidad todo ese mundo contado por nuestros mayores o documentado en tantos archivos con magnífica narrativa. Ha sabido llenar nuestras conciencias del horror que supusieron esos sucesos contiguos en cuarenta años de España, su prolongación por tantas formas de dolor y de supervivencia. El corazón helado (Turquets, 2007) es una de esas situaciones que se prolongan por sus personajes y sus historias y responde a la ya vaticinada realidad que enunciaba el gran defensor de la libertad, la educación y la cultura que era don Antonio Machado, otra de las tristes víctimas de esa guerra, en uno de sus poemas:

Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios, / una de las dos Españas / ha de helarte el corazón.  

Inés y la alegría (Turquets, 2010) o Las tres bodas de Manolita (Turquets 2014), de su serie Episodios de una guerra interminable, han sido otros de los títulos que he leído con un placer triste de la escritora madrileña sobre la almohada, momento último del día que prefiero para adentrarme en mundos compartidos por la sociedad que me rodea en mi país o por el espíritu universal antes de dormirme. Casi toda la obra de Almudena responde a la novela histórica, un género narrativo que prefiero tanto en español como en francés, las dos lenguas en las que leo, más que el de la fantasía.

El dolor de la pérdida de hijos y de maridos en la guerra civil, las mil y una forma de extorsión de los vencedores o el de la supervivencia posterior en un Madrid que se convirtió en un nido de trágica miseria y de ganas de superación por parte de los vencidos, son realidades hechas magníficas novelas en la pluma de tan gran escritora como ha sido Almudena Grandes.

Quizás el influjo de su espléndida narrativa, que remueve las conciencias e ilustra sobre aquellos penosos sucesos, pero más que nada mi propia experiencia de niña nacida en los comienzos de los 50, cuando todavía la posguerra y su resistente panorama de tantas carencias humanísticas o de progreso nacional era el eje de la existencia, no solo en el Madrid que retrata la autora en la mayoría de sus novelas, sino en cada ciudad y pueblo de España, son los que me llevaron a escribir, poema tras poema, mi imagen particular, y sin duda compartida con todos los españoles, de la parte de la historia de España que va desde el comienzo de la posguerra a la actualidad de 2017, en que publiqué el libro El dolor de la música (Llanura 2017).

Todo quedó grabado a fuego en nuestra mente, la música hermosa que sonó dolorida para salvarnos entre tantas carencias, con todo su esplendor, ella sí, humanístico, o a veces una música ñoña y manipuladoramente interesada en canciones impuestas en los colegios, y cada interminable episodio de una obra almudeniana como un filón de oro en la historia de la narrativa española, traducida a otros idiomas, conocida en el mundo.

Mi dolor por la pérdida de tan gran escritora.