“Y el aizkolaris conducía el tren, ¿qué podía salir mal?”

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Escribió Omar Khayyam en sus “Rubaiyat”: 

¡Cuán difícil parece hacer esto en la política!

El último ejemplo lo tenemos en el diputado del grupo mixto José Luis Ábalos. Llevo un tiempo intentando explicar y dar un carácter pedagógico a las cosas que suceden en política. Si dejamos a un lado nuestros sentimientos y escuchamos con atención el alegato del señor Ábalos podemos caer en la trampa de alinearnos con lo que dice y, dicho coloquialmente, “ponernos de su parte”. Porque el taimado maestro, creo que, de gimnasia, en su intervención para indicar que no dejaba su acta de diputado en el Congreso hábilmente desvió el foco mediático hacia su no responsabilidad penal y su soledad personal al haber sido abandonado por los que eran su “pandilla”. Esto hace que podamos sentir cierta cercanía hacia el hombre abatido y traicionado que no ha cometido ningún delito.

Pero la realidad es que por lo que se le pide que rinda cuentas es por su habitual chulería, arrogancia retadora y falta de criterio a la hora de elegir a su mano derecha cuando era Ministro. ¡Ahí sí existe una responsabilidad política! Su asesor puesto a dedo “por gracia y obra” de su santa voluntad, por no decir otra cosa relacionada con alguna parte del cuerpo humano, es decisión suya. Unilateral. Basada en la subjetividad de su envanecimiento. ¿O es que para ser asesor del Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana de España se requiere conocimiento de control de entradas a puticlubs, agresiones a vecinos cualquiera o habilidades de aizkolaris?

Ábalos aupó a Sánchez a la Secretaria General del PSOE consiguiendo el “milagro de los panes y los peces”, en este caso de los avales y los ceses. Era intocable y todopoderoso. Se paseó por Barajas con su hombre de confianza Koldo por orden de Sánchez, que siempre supo a quién acudir cuando le llegaba un “marronazo”. Hasta el verano del 21 en que Ábalos empezó a oler mal y a “marronazo” por lo que a Sánchez no le tembló el pulso, algo habitual en él, a la hora de cesar al “torero” José Luis. Si bien “consiguió una oreja” durante la “faena” en forma de candidatura al parlamento europeo en puestos de salida, es decir, 15.000 euritos al mes durante cinco años a partir del verano del 24. No está nada mal para una persona que prácticamente no ha trabajado en su vida, más allá de las funciones derivadas de su auténtica profesión: político.

¡Eso sí, es doctor honoris causa por la Universidad de San Pedro de Chimbote! Que rima con capirote. Por la cercanía de la Semana Santa y no por la expresión “tonto de capirote”. ¡No sean mal pensados que Ábalos no lo fue con Koldo! Si no, ¿cómo se explican que a lo que a todas luces parecería ser un disparate como colocar a un portero de puticlub en el Consejo de Administración de RENFE y como hombre fuerte en un Ministerio del Gobierno de España a Ábalos le pareciera magnífico? A Ábalos esto le pareció, además, maravilloso, de una tacada conseguía encumbrar a un señor que pegaba palizas a ciudadanos, trabajaba en un lugar inmundo donde se esclaviza y veja a mujeres y encima disfrutaba de una incapacidad permanente total.

Soy consciente de que he sido muy reiterativo, tal vez también grosero, en cuanto a lo del puticlub, pero es que, ¿a nadie le entran ganas de vomitar? ¿Esto es lo que hay en el partido socialista? Un ministro del Gobierno de España, hombre de la máxima confianza del presidente de nuestro país, teniendo como amigo del alma, más que bien pagado, a alguien que trabajaba para quienes se dedican a la explotación sexual de mujeres. Comienzo a entender cuáles podrían ser algunos de esos amigos maduros del presidente del Gobierno que se sintieron incómodos con las políticas feministas del anterior Ministerio de Igualdad.

A veces uno se pregunta: ¿Quién vigila al zorro que vigila el gallinero? El Ministro de Transportes, ¡no!

O recurriendo a Soul Etspes:

“Si el corrupto tiene por jefe al indecente la honestidad muere”.