El arte de mercadear con el toro

Ganadería de toros bravos Jandilla en Vejer de la Frontera en Cádiz

Siempre he presumido que en Ceuta no había plaza de toros y que no se celebraban corridas. Y lo comparaba con mi ciudad natal, con Melilla. Y también recuerdo que quisimos ir más allá, así que en el 2015 incluimos una enmienda en el Reglamento de Protección Animal para que nunca trajeran, por ejemplo, circos con animales. Ahora hemos dado pasos hacia atrás. Hemos empeorado como sociedad.

Sé que tenemos más cosas por las que luchar, incluidas varias cuestiones dentro del mundo animal. Pero hoy quiero exclusivamente hablar de los toros. Quiero afirmar que es una aberración indiscutible. Sé que no puedo pretender que cierta parte de la población lo entienda, pero sí puedo luchar para que una Administración evolucione hacia la igualdad animal y hacia unos valores universales y pacíficos.

¿Es una tradición? Es cierto. Las corridas tienen años de historia, pero ese no puede ser el escudo de una defensa puesto que las tradiciones, aquellas que nos denigran, están para romperlas. ¿Acaso no hemos acabado con la ablación o los apaleamientos por adulterios? 

Luego están quienes dicen que las corridas son un arte, que es cultural.

Empezando por el final, “la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, Educación y Cultura dijo que la tauromaquia es el arte banal de torturar y matar animales delante de público. Algo que traumatiza a menores y adultos, que empeora el estado de los neurópatas que vean el espectáculo y desnaturaliza nuestra relación con el animal”. La cultura, al igual que el arte, es vida, es futuro, es espíritu, y el sufrimiento de un animal, la sangre, la muerte, jamás pueden entrar dentro de este prisma. ¿Por qué tienen ellos que luchar por la vida a costa de nuestra recreación?

El toro no muere dignamente, el toro se defiende después de ser drogado, anulado, mareado. El toro muere lentamente, poco a poco, mientras un público jadea, aplaude, come y babea en la recreación de un acto mercenario: matar por dinero. Por negocio.

El toro sufre. El toro, como cualquier otro animal, tiene sistema nervioso central, con receptores de dolor, igual que lo sentimos nosotros.

Y si alguien salta con lo religioso, hace poco leí que la Iglesia Católica condenaba reiteradamente la celebración de festividades en las que hay tortura y muerte de animales.

Y no, si desaparecen las corridas no desaparecerían los toros. Los bravos no se pueden extinguir, ya que sólo se pueden extinguir la especies y no las variedades.  Y el toro de lidia no ha nacido para esto, al igual que un perro no ha nacido para pelear.

Por cierto, ¿cuantos caballos han muerto en un ruedo? 

Así que, por favor, insto a la Ciudad a que reflexione, a que nos demuestre que estamos a la altura de una moral que no mira con superioridad a los ojos de un animal. 

Pido que no autoricen ningún permiso, la libertad no es asesinar. La Libertad es la democracia de proyectar hacia un horizonte donde seamos justos y honestos con los animales, como ellos lo son con nosotros.

De lo contrario el circo romano seguirá presente, sin humanos sacrificados pero partiendo de la misma esencia de hacer diversión a partir del dolor y el cadáver. 

Paremos esto.