Tiempos convulsos para la política

Que yo dijera que la figura del relator no únicamente no me convencía sino que era inviable, pues era dar por buena la idea de dos estados independientes, no era lo mismo a decir que el Gobierno del PSOE se ha vendido a Torra, pues se ha podido comprobar con el rechazo a los presupuestos que así no ha sido.

Depender de ellos no es lo mismo que someterse ante ellos. Si me preguntan por lo primero, es evidente que mi respuesta iría a corroborar el papel que he tenido todo este tiempo, desde mucho antes del Comité Federal del uno de octubre. Pero en relación a lo segundo sí puedo decir que alimentar la idea soberana de que el PSOE ha pactado con los terroristas y los independentistas es relativizar sobre el papel del Partido Popular en el Gobierno, pues únicamente hay que tirar de la hemeroteca, o faltar al respeto a socialistas que han sufrido la persecución del terror. Aunque de por sí mezclar ETA con el conflicto de Cataluña ya es un insulto a la inteligencia.  

Quien no hace no se equivoca y nadie podrá negar que Pedro Sánchez lo ha intentando, al igual que lo hizo Zapatero los años que estuvo al frente del Gobierno. Nos podrá gustar más o nos podrá gustar menos el papel de Pedro Sánchez, nos podremos sentir identificados como socialistas o no con estos meses de gestión, pero lo que es indiscutible es que el Partido Socialista siempre ha tejido la bandera de la concordia y el esfuerzo del entendimiento mutuo.  

Pero nada de esto ha importado.

En un ejercicio de cinismo político sobre lo que verdaderamente le preocupa a quienes nos representan, al no aprobar los Presupuestos que nos iban a devolver algo de los derechos arrebatados durante estos años, Pedro Sánchez ha convocado elecciones anticipadas. 

Únicamente puedo decir que basta con saber quien está en el otro lado, para volcar todas mis energías en el único partido solvente para gobernar este País y seguir con las propuestas que se han quedado a medio camino.

Pero en este comienzo de campaña, que se prevé dura, tendrán que hacer mucha pedagogía. No basta con dar el discurso de ellos o nosotros, el argumento del miedo que siempre ha usado la derecha no hará que desdibujemos el odio y el rencor que ya han sembrado. Hay que desmontar todas las mentiras, desafiar con la inteligencia y el pragmatismo de lo importante, percibir que hay personas que se dejan atrapar por el alegato de las tripas, ésas que confunden y anulan la razón.

Que la teoría más incendiaria haya ocupado la agenda política y las instituciones de algunos países europeos, entre los que se encuentra España, no es una casualidad del destino. Hay que movilizar, sí, pero la gente no va a ir a votar en fila únicamente para que no entre la extrema derecha. Las personas irán a votar si consiguen ser convencidas, si se ilusionan, si conectan con un partido de referencia que pase de las palabras a las propuestas reales y solventes. 

Ahora el PSOE sí tiene un relato para ganar. Pero si esto no pasa, si el PSOE no consigue ganar las elecciones o conformar Gobierno, también espero la misma madurez democrática que tuvimos cuando nos abstuvimos. Tres elecciones generales en cuatro años es un síntoma de la nula capacidad de diálogo de los partidos mayoritarios. A la vista está cuando se acreditan las palabras por los insultos o la veracidad con la tergiversación.

Es hora de estar a la altura parlamentaria, pues la ciudadanía está cansada de cruces infundados y del delirio ante el atril.  

Vienen tiempos convulsos.