“Los Tercios Españoles en mangas de camisa. Las encamisadas, las primeras operaciones especiales”

Los Encamisados

Antonio Muñoz-Manero Fernández, teniente coronel de Infantería colaborador del Centro de Historia y Cultura Militar de Ceuta.

Los Encamisados

¿Te acuerdas de estas películas? “Lágrimas del SoI”, película bélica que cuenta una misión de rescate de un equipo de operaciones especiales americano, mandada por Bruce Willis, o “The Delta Force” en la que Chuck Norris, con su equipo de comandos de élite, libera a los rehenes de un avión secuestrado. Pues bien, nuestros famosos Tercios ya realizaban estas misiones “especiales” por toda Europa y el norte de África en los siglos XVI y XVII.

Durante casi ciento cincuenta años, entre 1534, desde que Carlos I creó el Tercio Ordinario del Estado de Milán, y finales del siglo XVII, los tercios españoles fueron la fuerza militar más fascinante de nuestra Historia y una de las más asombrosas de la historia militar del mundo.

La clave del éxito de Los Tercios fueron sus innovaciones en diferentes disciplinas, como en logística (el Camino Español fue la maniobra logística más importante de la Edad Moderna, tanto por su longitud, 1000 kilómetros, desde Milán hasta Bruselas, como por su función de trasladar tropas lejos de las bases y aprovisionarlas durante el camino, proporcionando a la vez la seguridad necesaria), en el adiestramiento continuo de las tropas o en la atención médica permanente. El principal hospital militar de los Países Bajos españoles estuvo, desde 1585, en Malinas, Bélgica, con cinco grandes edificios que cobijaban 330 camas, dirigido por médicos y cirujanos. En cuanto a nuevas tácticas hay que resaltar la formación llamada Escuadrón de Picas, formación básica de la Infantería para el combate, capaz de resistir las cargas de la temible caballería pesada a la vez que ofrecía protección a las armas de fuego propias.

Introdujeron también los mosquetes, una versión más potente y pesada del arcabuz que, si bien no tenía la misma potencia de fuego que la Artillería, resultaba más versátil que esta. Además, fueron la primera unidad militar en combinar de forma muy eficaz las armas blancas tradicionales (picas y espadas) y las de fuego (arcabuces y mosquetes).

A estos avances hay que sumar el valor de los soldados, su resistencia física y la avasalladora combatividad, que junto con el conocimiento del entorno y del enemigo y los valores morales como el honor, el deber, la disciplina y la lealtad, convertían a estas unidades en prácticamente invencibles.

La actual Doctrina Conjunta de Operaciones Especiales (PDC-3.5, EMAD 2009) de nuestras Fuerzas Armadas, define a estas, a las Operaciones Especiales, como:

Operaciones militares desarrolladas por fuerzas especialmente diseñadas, organizadas, adiestradas y equipadas para alcanzar objetivos decisivos o de gran valor, en áreas hostiles o sensibles, mediante la utilización de tácticas, técnicas, procedimientos y modos de empleo diferentes de los utilizados por otras fuerzas.

Esta definición encaja perfectamente con las encamisadas, incursiones, casi siempre nocturnas, que realizaban los Tercios españoles contra las tropas enemigas en la que los soldados españoles se introducían en la retaguardia enemiga o en su campamento militar por sorpresa, con la intención de desbaratar sus planes y sembrar el caos, normalmente cuando los enemigos estaban desprevenidos, por la noche o al amanecer.

Estas acciones, propias de las unidades de operaciones especiales, consistían en incursiones realizadas con reducidos grupos de soldados, formados y entrenados para ello, los Encamisados, que solían ejecutar sabotajes contra las posiciones enemigas, destruir los cañones, las fortalezas y los almacenes con víveres para desmoralizar o aniquilar al enemigo, degollando el mayor número de ellos, en silencio.

En estas acciones, los soldados se diferenciaban llevando puesta una camisa blanca, de ahí el nombre, que además evitaba el brillo de las armaduras, y solían llevar solamente daga y espada, aunque algunos soldados portaban arcabuces para reaccionar en caso de ser descubiertos y de perder la sorpresa de la operación.

En las encamisadas también intentaban hacerse con información de inteligencia, como órdenes de batalla, correspondencia y mapas. Sólo cuando iniciaban la retirada, incendiaban los edificios, almacenes y tiendas del enemigo.

Normalmente, el ataque se calculaba para que la fase de incendios coincidiera ya con el amanecer, para poder ver el camino de vuelta y permitir el apoyo de unidades propias.

Como se trataba de tropas escogidas, muy veteranas y disciplinadas, participar en una encamisada se consideraba de mucha honra entre los soldados. Ser elegido para realizar una Encamisada daba mucho prestigio al combatiente.

Muchas veces, en estas encamisadas, se enfrentaban a unas dificultades que les obligaban a nadar de noche, atravesar ríos o canales y lagunas con la marea hasta la cintura. Eran como fantasmas, con sus camisas blancas, que sorprendían al enemigo mientras dormía en la tienda o junto al fuego.

Nuestros Tercios realizaron muchas encamisadas, que hicieron historia, como en la famosa batalla de Mühlberg, Alemania, entre las tropas de Carlos V y las de la Liga de Esmalcalda, liderada por Federico I de Sajonia, el 24 de abril de 1547, donde gracias al arrojo de once soldados se obtuvo una gran victoria. Las tropas de la Liga, acampadas en una orilla del río Elba, habían destruido los puentes que comunicaban con la otra orilla y se consideraban protegidas por el caudaloso río, cuya barrera les parecía infranqueable.

Carlos V llegó al río Elba a la cabeza de su ejército al atardecer del 23 de abril y decidió atacar a las fuerzas enemigas, que descansaban a poca distancia, pero no podían cruzar el río. Esa noche, una cuadrilla de valientes se metieron en él, once encamisados alrededor de las dos de la madrugada cruzarían el río por un lugar prácticamente imposible de vadear, llevando tras ellos varias hebras de mimbre para balizar el trayecto, por donde el enemigo pensaba sería impensable hacerlo.

Aquellos soldados habían construido unos pontones que, debidamente ensamblados con cordón gordo de mimbre, cruzarían los más de 200 metros de distancia que había hasta la otra orilla.

Cuando la operación hubo finalizado, los arcabuceros, con sus armas, cruzarían por la línea de pontones hasta sumar varios millares en pocas horas. La otra orilla estaba ya infestada de españoles y alemanes, que prepararon la llegada de todas las tropas y atacaron las fuerzas de la Liga, dejando 2.500 enemigos muertos y el resto, hecho prisionero.

A pesar de que esta táctica no es muy conocida por el público en general, muchos habrán visto una Encamisada, sin saberlo, en la primera escena de la película Alatriste (2006), adaptación de una novela del escritor Arturo Pérez-Reverte, ambientada en Flandes en 1622, donde se ve cómo los soldados, con Viggo Mortensen a la cabeza, vestidos de blanco, se infiltran sigilosamente y asaltan en la oscuridad un campamento enemigo para inutilizar su artillería.

En ocasiones los Tercios empleaban un mayor número de efectivos en las Encamisadas, dependiendo de la misión a ejecutar. Una de las encamisadas más históricas fue la dirigida por el “superhombre” Julián Romero en septiembre de 1572 en Hermigny (Bélgica). Estuvieron a punto de apresar al mismísimo Guillermo de Orange que se salvó porque su perro se puso a ladrar cuando notó la presencia de los españoles.

Nada menos que 600 soldados de los Tercios se introdujeron en el campamento del hereje Guillermo de Orange y acabaron con varios centenares de rebeldes, quemando gran parte del campamento. Julián Romero dirigió aquella encamisada con una pierna amputada. La había perdido tras ser herido en San Quintín. En Hermigny perdió un brazo.

Estas tácticas fueron frecuentemente empleadas contra el ejército francés durante la Guerra de la Independencia por las famosas guerrillas, que fueron la pesadilla de las tropas napoleónicas.

Hoy en día, nuestras Unidades de Operaciones Especiales, como la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión, en Alicante, son herederas de aquellos audaces soldados de los Tercios españoles, Los Encamisados.

Los Encamisados
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